Revista Cultura y Ocio
«Éramos líricos y blancos, dos almas esbeltas en una primavera de papel —recuerda—, y ahora la vida nos ha reunido, abrasados ya de días, sazonados de muerte. Éramos aquellos que acrecentaban la luz y, un día, uno de esos días que transcurren en sombra, la vida nos reunió»
Francisco Umbral, " Mortal y rosa" (1975)
En tu vientre no existen agonías,si alguna vez descansé fue en Él. Encuentro y pierdo tu presencia en los recuerdos en este instante tergiversando la realidad y el pensamiento para no maniatar palabras ya cansadas de habitar poemas varios.
Vi montañas y escribí sobre un mar que no vi, puse palabras mías en tu voz y así fue como
marché de la cordura, así fue como Ella decidió no volver nunca más.
Y la casa no envejece a los ojos que creen estar abriendo jaulas, liberando aves,
sueñan despiertos en cárceles de cristal, intentan poner guapa a la vida
en este film inacabado que sueña con ser, a veces de culto, a veces póstumo,
pero siempre intentando callar, queriendo no ser imagen, comunicarse contigo con tinta,
buscando una palabra como diadema para contarte sin que te des cuenta, embellecer la realidad,
dejarle su mejor cara para ti sin que el viento despeine su pelo.
Vale la pena cada sueño que no existe, todas las penas si cuestan un poema.
Vale la pena conocer el vacío ,que lo es todo lo hay si es para aprender que
acariciar a un ser real es mucha más difícil que acariciar el dolor.
En fin...entender que la nada es lo real.
Por ello tomo mil novecientas fotos al mes,así le contaré a mi mente mañana
que fui luz en la tristeza y la supuesta oscuridad.
Ay el invierno, con los años se va convirtiendo en un aliado. Cuando bordeo el llano me dice que la vida me ha puesto donde merezco. Entonces vuelco toda mi ira sobre mí,después, me apetece llamarte, casi a diario nombrarte; de pronto me sorprendo sonriendo, deseando que estas palabras las escuches de otra boca y y fantaseo que acaricio tu vida, siempre abrazándote, siempre libre,
siempre contigo.
Ya aprendí a no pensarte y conciliar el dueño aprendiendo del aprecio al presente.
Mi inerte e inútil movimiento vital, ese acto de convertir imágenes en palabras.
Esta misma mañana he fotografiado una pequeña flor entre cactus y mi nada, a pesar del viento,
por un momento se calma el ruido ,a pesar de que acto seguido, me vuelvo a perder.
Me vuelvo a perder el respeto y me alejo, me alejo, me alejo...