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Antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, un visionario ingeniero ruso busca reunirse con Stalin para convencerle de que ha concebido un tanque perfecto. A partir de esta historia, el director Kim Druzhinin filma una epopeya patriótica financiada por el Gobierno ruso.
“La idea vino del Ministerio de Cultura, que se ocupa activamente de contar la historia de héroes del pasado de nuestro país”, explicó a la AFP Kim Druzhinin, que describió la película como una “película de carretera” sobre un tanque.
En una zona boscosa, a unos 60 kilómetros de Moscú, el director graba varias escenas de la película de acción rodada con un presupuesto modesto, aunque con grandes ambiciones. Su estreno está previsto para 2018.
El proyecto, que tiene el título provisional de “Una cita con Stalin”, está inspirada en un capítulo poco conocido de la historia de la URSS, el viaje desde Jarikiv a Moscú del ingeniero Mijail Koshkin, que buscaba reunirse con el dictador Joseph Stalin para convencerle de la superioridad del T-34, el prototipo de tanque que había diseñado.
El ingeniero y su equipo recorrieron más de 2.000 kilómetros en el tanque en 1940, pocos meses antes de que la URSS fuera invadida por la Alemania nazi.
El periplo -que le costó la vida a su protagonista, fallecido pocos meses después de una neumonía contraída durante el viaje- tuvo un papel esencial en la resistencia de la URSS frente a las Fuerzas Armadas alemanas (Wehrmacht) y sus tanques Panzer.
El carro blindado soviético, muchas veces calificado como “el mejor del mundo”, en términos de potencia, movilidad y protección, fue producido en masa a partir de 1941 y fue utilizado por los generales rusos hasta convertirse en un símbolo de la victoria.
“Es una historia trágica. La de un fabricante que lanzó la producción de su tanque a costa de su vida”, explica el director Kim Druzhinin, que se alejó un poco de la realidad histórica para hacer una película “al estilo de las viejas películas de aventuras soviéticas”.
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Stalin, una figura controvertida -para algunos un tirano responsable de la muerte de millones de personas y para otros adalid de la victoria frente a los nazis en la Segunda Guerra Mundial-, aparece al final del filme.
“Stalin, es la culminación de la película, el objetivo, la recompensa que uno busca obtener, como en los cuentos de hadas”, contó Druzhinin.
El Ministerio de Cultura participó en la redacción del guión y aportó 60 millones de rublos (860.000 euros o 1.015.000 dólares). Sin embargo, la suma se ha quedado corta.
El Estado ya había financiado una parte de la anterior producción del director, la película “Los 28 de Panfílov”, una película de acción que narra la valentía de los soldados soviéticos que no dudaron en sacrificarse en medio de un crudo invierno para impedir que las tropas nazis tomaran Moscú en 1941.
La producción, que también es una exaltación del patriotismo, generó polémica después de que algunos historiadores expresaran sus dudas sobre la veracidad del relato que glorifica la valentía en la era soviética.
“No hacemos propaganda. Estamos contando historias interesantes sobre nuestro país”, aseguró el director, para quien, sin embargo, no hay nada malo en la propaganda “si ésta inculca buenos valores morales”.
“Cuando leí el guión y vi que era un encargo del Ministerio de Cultura comprendí inmediatamente que estaba orientada a alentar el patriotismo”, celebró el actor Dmitri Podnozov, que interpreta a uno de los ayudantes del ingeniero.
Para el Ministerio de Cultura, “es mejor recordar el pasado y ver películas sobre los cosmonautas y los logros alcanzados”.
En los últimos años, este giro del cine ha obtenido buenos resultados en las taquillas. En 2015, “La batalla de Sebastopol” recaudó más de 6,5 millones de euros y “Stalingrado” ganó cerca de 23,5 millones.
La historia sobre “Los 28 de Panfílov”, por su parte, recaudó 5,5 millones de euros y atrajo a las salas a 1,7 millones de espectadores, pese a las críticas negativas.
Con información de AFP.
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