La mesa redonda estaba formada por Alba Cros, directora de
Las amigas de Ágata (2015); David Moragas, director de Stormy night (2020); Marc Ferrer, director de Puta y amada (2018); y Ruth Caudeli, valenciana afincada en Colombia, que presenta en esta edición Leading ladies (2021), bajo la moderación de Antoine Leonetti, director de la Mostra FIRE!!. Una de las realidades que se presentan cuando se analizan las producciones de temática LGTBI es su escasa introducción en la dinámica de la industria, siendo en su mayor parte películas que al final tienen que encontrar una productora o distribuidora dedicada específicamente a contenidos homosexuales y lésbicos para ponerlas en marcha. Como comentábamos en la crítica de No straight lines: The rise of queer comics (Vivian Kleiman, 2021), la cultura LGTBI no se puede considerar ya underground, pero tampoco forma parte de la industria propiamente dicha, teniendo que encontrar sus propias vías de producción y distribución.Resulta significativa la negativa de los directores jóvenes a la hora de considerarse a sí mismos como realizadores LGTBI o que sus películas tengan la "etiqueta" gay o lésbica. En este sentido, hay un rechazo a la reducción de sus historias desde el punto de vista de la orientación sexual, aunque sea evidente que la temática es LGTBI y que su público mayoritario también proviene de esta comunidad. Esta posición contrasta con la de realizadores más veteranos, como Bruce LaBruce, que se definía recientemente como "un cineasta gay underground, con una sensibilidad punk que hace películas pornográfico-políticas". Por otro lado, un sector de la mesa redonda consideraba que quienes podían retratar adecuadamente a personajes homosexuales eran principalmente guionistas y directores/as homosexuales, lo cual supone un cierto peligro, ya que se puede terminar combatiendo el reduccionismo creando otro tipo de reduccionismo. Si se considera, por ejemplo, que los personajes transexuales solo los pueden interpretar actores o actrices transexuales, entonces se les niega la posibilidad de interpretar a personajes que no sean transexuales. Lo que está claro es que el cine de temática LGTBI, especialmente en un sistema de producción como el español, necesita un apoyo destacado para poder desarrollarse en igualdad de condiciones dentro de una industria que habitualmente no contribuye a su producción y en muchos casos dificulta su distribución. OFICIAL LARGOMETRAJESPrecisamente hablamos a continuación de Leading ladies (Ruth Caudeli, 2021), tercer largometraje de esta directora nacida en Valencia pero que desde 2010 reside en Colombia y tiene su propia productora (su debut ¿Cómo te llamas? (Eva + Candela) (2017) se incluye también en la sección Best of FiRE!!). Para su última película, Ruth Caudeli crea una estructura de diferentes puntos de vista en la que la misma situación, un encuentro entre amigas para celebrar el regreso de un viaje por Europa de una de ellas, se nos narra desde la perspectiva de cada una de ellas. La historia se cuenta desde un trabajo de improvisación de las cinco actrices, planteando situaciones en las que poco a poco se van desvelando ciertos secretos que tienen relación con la culpa. De alguna forma se podría definir la película como una recopilación de cinco recuerdos diferentes de una misma cena, cinco miradas que están enfocadas en aspectos distintos, que ofrecen su propia lectura de los acontecimientos.El trabajo de dirección crea una intimidad en los personajes, especialmente a través de planos cortos, que muestran los rostros, en los que se dibujan reacciones y gestos que muchas veces definen con claridad al personaje, mucho más que las propias palabras. Hay una lectura en torno a la homofobia, al sentimiento de vergüenza respecto a la expresión de la sexualidad, que está explícitamente descrita por Silvia, que despliega una especie de actitud provocativa hacia las demás, y sobre todo hacia el secreto que guarda. Desgraciadamente, la repetición de las escenas no consigue evitar una cierta sensación de cansancio, se utilizan algunos elementos de sonido de una forma demasiado evidente y, sobre todo, la película no consigue establecer en su último acto una justificación satisfactoria. Porque finalmente se reduce a una historia de triángulo amoroso en la que, literalmente, sobran dos de los cinco personajes, cuya presencia a veces abre una subtrama que no se resuelve adecuadamente.
Una interesante muestra de historia contada desde diferentes perspectivas es The obituary of Tunde Johnson (Ali LeRoi, 2019), que ganó el Premio del Público en el Festival L.A. Outfest 2020. El protagonista es un joven gay negro que, la misma noche en la que sale del armario frente sus padres, una pareja de artistas de origen nigeriano que ha conseguido una alta posición económica, es tiroteado por la policía en un control rutinario. El joven sin embargo se despierta en su cama y comienza revivir continuamente el mismo día, su último día, que se desarrolla de formas diferentes pero que tiene un desenlace inexorable: la muerte a manos de la policía. Es como si el destino del personaje, por su condición racial, estuviera marcado de forma premonitoria, sin posibilidad de escapar. Sus diferentes muertes reproducen las muertes reales conocidas de jóvenes de raza negra a manos de la policía, y es especialmente dura la recreación de la de George Floyd, que murió asfixiado mientras trataba de decirle al agente de policía que lo estaba ahogando, que no podía respirar.
A lo largo de estas repeticiones también hay diferentes formas de salida del armario por parte de Tunde (Steven Silver), antes sus padres pero también ante su mejor amiga o ante el padre de su amante Soren (Spencer Neville), un joven que tiene dificultades para aceptar su homosexualidad. En cierto sentido, la trama que tiene lugar en el instituto se mueve por un terreno cercano a las películas o series de adolescentes convencionales, como la misma Por trece razones (Netflix, 2017-2020) de la que fue protagonista Steven Silver. Pero cuando la película reflexiona sobre temas más profundos que tienen que ver con la aceptación de la identidad, y con la condición de joven negro gay, es cuando contiene elementos más interesantes (resulta significativo que sea más difícil salir del armario para el adolescente blanco).
Rodada con una planificación espléndida, que a veces extrae elementos desde la imagen que expresan los sentimientos más profundos de los personajes, The obituary of Tunde Johnson tiene a veces problemas de ritmo y de ejecución de algunas propuestas narrativas, quizás motivadas por el hecho de que el guionista, Stanley Kalu, tenía solo 19 años cuando escribió la historia, y a veces da la sensación de que expulsa ideas que no termina de desarrollar, pero contiene algunos diálogos que se quedan en la memoria, como cuando el padre de Tunde le dice: "Te amamos de forma incondicional. Pero quiero que entiendas que el amor incondicional también está acompañado por un miedo incondicional". La película es una expresión profunda del sentimiento de ser negro en Estados Unidos, independientemente de la clase social, pero también de la aceptación de una identidad sexual. Y consigue en su estética suntuosa y en sus interpretaciones llenas de emoción, plantear el drama de un destino inevitable, de un miedo que es tan insondable como el amor. OFICIAL DOCUMENTALES
Dos películas incluidas en la programación de la Mostra FIRE!! utilizan la recuperación de cartas para elaborar una parte de la historia de la homosexualidad. En P.S. Burn this letter please (Michael Seligman, Jennifer Tiexiera, 2020), se menciona la recuperación de una caja encontrada en un almacén de Los Angeles que contenía cientos de cartas que tenían como destinatario a Reno Martin, y la posterior investigación en torno a los autores de esas cartas lleva a descubrir que fueron escritas por los componentes de una comunidad de drag queens de Nueva York que estuvieron escribiendo durante años a este misterioso receptor que se había trasladado hasta la Costa Oeste, donde desarrolló una carrera como locutor de radio. Pero el contenido de estas cartas, escritas en los años cincuenta y sesenta, cuando las prácticas homosexuales se consideraban un delito, revelan mucha información sobre la clandestinidad del transformismo en la comunidad gay de la época.
Algunos de los autores de estas cartas fueron localizados y participan en el documental recordando sus experiencias, que se desgranan a través de material de archivo y animaciones. La película se convierte así en la crónica de los que fueron pioneros de los actuales drag queens, aunque ellos prefieren llamarse "impersonators" (imitadores), en una época en la que la propia comunidad homosexual les rechazaba por su visibilidad, cuando la práctica habitual era la ocultación. La película se detiene en anécdotas que son descritas en las cartas, y subrayadas por los testimonios de los protagonistas, que muestran una elaborada vida clandestina en los años cincuenta en la que solo podían actuar en los clubes nocturnos que estaban en manos de la mafia, porque la sola presencia de homosexuales en un local podría suponer su cierre. Estos protagonistas, ya ancianos, siguen el recorrido de la comunidad homosexual en paralelo al de las drag queens, a través de una cierta evolución en los años setenta, pero también como supervivientes de la pandemia del SIDA que provocó la muerte de muchos de los componentes de esta comunidad, y que suponen los momentos más emocionantes del documental, junto a anécdotas divertidas como cuando decidieron robar pelucas de los camerinos del Metropolitan Opera House para utilizarlas en sus espectáculos. Pero sobre todo la película es un homenaje a estas primeras drag queens que allanaron el camino hacia la visibilidad que desembocó en las manifestaciones del Orgullo en todo el mundo. "No nos damos cuenta de lo que vosotros, los hombres gays mayores, habéis tenido que pasar para que nosotros los jóvenes podamos ser lo que somos ahora", recuerda uno de los protagonistas que le dijo una pareja en una manifestación. Ese es el mensaje más importante de este hermoso documental. Afortunadamente, Reno Martin no quemó las cartas. Por otro lado, Baci rubati: Amori omosessuali nell'Italia fascista (Fabrizio Laurenti, Gabriella Romano, 2019) también recoge numerosas cartas, diarios, poemas y relatos literarios de los que se puede extraer un perfil de la vida homosexual en la época de Benito Mussolini. En 1927, el primer borrador del nuevo artículo penal expresaba que "Quien (...) realice actos de lujuria sobre una persona del mismo sexo, o se preste a tales actos, será sancionado, si el hecho da lugar a escándalo público, con pena privativa de libertad de seis meses a tres años". Se trata por tanto, como veíamos anteriormente, de una vida clandestina en la que los encuentros sexuales en lugares como los servicios de estaciones o las salas de cine se convertían en la única forma de expresión homosexual. Porque en la Italia fascista, aunque se consideraba un delito, la actitud principal era la negación de la existencia de la homosexualidad, que confrontaba directamente con los ideales de masculinidad y feminidad del régimen.
Entre los años treinta y cuarenta no existía realmente un sentido de comunidad gay o lésbica, por lo que los sentimientos homosexuales se expresaban de forma individual. Pero había lugares que se convirtieron en una especie de reducto para gays y lesbianas, como la isla de Capri, en la que vivían muchos extranjeros con buena posición económica. Como la escritora británica Radclyffe Hall, que protagonizó un escándalo con la publicación de su novela El pozo de la felicidad (1928), cuyo personaje principal era una mujer que sintió desde joven un sentimiento de "inversión sexual". La propia escritora se consideraba una "invertida congénita", pero su lesbianismo no influyó en sus ideas políticas, ya que era una ferviente admiradora de Mussolini. A lo largo del documental se citan algunos estudios de psiquiatras en torno a la homosexualidad, como el español Gregorio Marañón, que en su obra Los estadios intersexuales de la especie humana (1929) la definía como "un estado indefinido en el desarrollo". Baci rubati, que recibió una Mención Especial en el Festival Queer de Florencia, hace un recorrido por las imágenes estereotipadas de gays y lesbianas que se manifestaban en la época, con la representación de la mujer "masculinizada" y el hombre "afeminado". Y también hace referencia a películas que han mostrado esta vida clandestina, como Una jornada particular (Ettore Scola, 1977), en la que Marcello Mastroianni interpreta a un hombre gay en la Italia de 1938, poco después de la visita de Hitler a Mussolini. Las imágenes de archivo utilizadas en muchos casos no se corresponden, obviamente, con grabaciones de personas homosexuales, sino que están escogidas para subrayar los textos y realmente hay un trabajo sólido de investigación y de selección de escenas que adquieren otro significado envueltas en la descripción de los archivos personales escritos. Por trece razones se puede ver en Netflix. Una jornada particular se puede ver en Filmin y Amazon.