Los seres humanos nos pasamos la vida preguntándonos por el por qué de las cosas, intentando dar sentido a lo que nos rodea , y en definitiva a nuestra propia vida.
La búsqueda de este sentido es una potente fuerza motivadora. Nos impulsa a querer saber, a conocer más , a investigar sobre nuestro mundo y sobre nuestras propias capacidades , limitaciones…
Decíamos en la entrada anterior que los niños nacen con este impulso interior y con la necesidad de buscar y experimentar. El aprendizaje ; el conocimiento y la motivación por ellos, permiten sus avances y su desarrollo.
La infancia es la edad de los “por qués”, del cuestionamiento sin condicionamientos sociales por excelencia.
Y es que los niños tienen un largo camino que recorrer en el que buscar la explicación de tantas cosas…
Poco a poco , el por qué irá dirigíendose con más intensidad a algunas áreas , a sus propias preferencias. No importa si en un futuro no serán futbolistas, médicos , veterinarios o astronautas. Cuando un niño “decide” que será piloto de carreras, se habré una maravillosa puerta para el aprendizaje. En ese momento ese es su sentido, su motivación. Y la motivación que sentirá hacia todos los aspectos que rodean ese mundo le llenará de aprendizajes, muchos de ellos muy alejados de las ruedas o los circuitos. Querrán saberlo todo, buscarán incluso sin ayudas y apoyos y lo mejor que podemos hacer es acompañarles y animarles para que disfruten de ese camino, sin presiones, por el mero hecho de aprender y disfrutar de los aprendizajes.
Seguramente más adelante cambien de opinión, no una si no cien veces, del mismo modo que lo hacemos los adultos. ¡Por qué el reinventarse o morir también sirve para ellos!
Escuchamos muchas veces que los más pequeños sólo son capaces de mantener y dirigir su atención y motivación en aquello que les gusta, pero esto tampoco es tan cierto.
La segunda parte del trabajo será hacerles conscientes de que hacen un montón de cosas y desarrollan mucho trabajo ,que seguramente les resulta menos gratificante o que es más arduo , para conseguir ese fin. Pero no les importa, porque tienen una META. Y ese es el fallo que el mundo de los adultos cometemos. Debemos esforzarnos más
en mostrarles que aprendizajes , las tareas y las obligaciones ,tienen un sentido , si no como fin, si como parte del proceso para nuestros fines.
Cuando tenemos un por qué, el camino es menos pesado y si además podemos hacer este camino llevadero gracias a nuestra actitud y nuestra creatividad, mejor que mejor.
Resumiendo…
-Marquemos metas con los niños.
-Hagámosles conscientes de los por qués e intentemos no desconectar los aprendizajes de su realidad.
-Apoyemos sus búsquedas y sus ilusiones.
-Recordémosles que pueden hacerlo.