Ensayo mental preparatorio de una acción para animar o animarse a ejecutarla con interés y diligencia.Las madres (y los padres) somo motivadores de nuestros hijos. En prácticamente cualquier momento de su corta existencia, somos los que animamos en sus primeros pasos, somos los que aplaudimos al ver el primer pipí en el orinal, somos los que nos alegramos al ver la primera vez que escriben su nombre, o somos los que damos nuestro hombro para su seguridad.
Motivar a los niños no es solo el ejercicio mental que dicta la Academia, sino también la empatía que provocamos hacia ellos. Para que os hagáis una imagen de lo que quiero decir es como la piedra que tiramos en el río o en el lago para que haga círculos. El primero será pequeño, el segundo será más grande, y así hasta que todos lleguen a su objetivo. O las olas del mar. Ahora que estamos en periodo estival, la ola va creciendo poco a poco, hasta que rompe en la playa.
¿Qué es lo que hace que lleguen a un final?
La motivación. Nosotros, como padres plantamos la semilla de la curiosidad, de la enseñanza, -a veces, ni eso- y los niños buscan desarrollar sus aptitudes hacia un objetivo.
Nosotros, como padres, somos el impulso que necesitan a sus "no sé", "no puedo", "no me sale".
Nosotros, como padres, damos las claves para convertir sus "noes" en "síes".
Nosotros, como padres, sabemos hacerles entender que...
"Quién quiere, puede"
¿Y como lo hemos aprendido nosotros?
Principalmente, nuestros padres han sido los artífices de esta revolución, pero también los maestros y profesores. Gente a la que hemos encontrado en nuestro camino. Y nosotros mismos. O acaso, no te ha motivado el hacer un trabajo, o una receta, o una carrera... ¿por el simple hecho de hacerlo bien?
¿Te ha gustado? Este mes, ¡Mamá qué sabe! continua su -nuestra- propia revolución, con el mes de la motivación, podréis leer muchos más recursos en su página de fb, así como durante estos días en mi blog. Animaos a participar y a comentar.