Título: Capitulo 6
Autor: Luis Guillermo del Corral
Portada: Sergio Morilla
Publicado en: Nov 2015
"La lucha continua. Pero como todo buen guerrero sabe, el conocimiento es la mitad de la victoria. Y el aliado de Kamen Rider Black está a punto de saber lo terrible y despiadado que es el enemigo al cual se enfrentan..."
Stan Lee y Action Tales presentan:
Resumen de lo publicado: El campeón de otro mundo permanecía pálido, boquiabierto y con los ojos desencajados. Sobre la mesa de café permanecía un gran escudo. Recto en la parte superior. La inferior acabada en punta. Protegía del cuello a la cintura. De color gris. Parecía más piedra que metal. Una piedra vieja y desgastada. Antigua como el mundo.
Toda su superficie ocupada por un altorrelieve; una serpiente con un enorme orbe de cristal rojo entre sus fauces. Producía una excesiva sensación de perturbadora amenaza que Kotaro conocía demasiado bien.
-Este escudo... se quien es el dueño.
Dan se volvió escandalizado al escuchar las palabras de Kotaro. El hechicero Supremo no parecía extrañado. Su gesto grave más bien parecía confirmar una sospecha. Aun así su mirada era ansiosa y expectante cuando alzó la mano. -Dan, calma. Esto es bueno. Hay cosas que Kotaro nos puede decir. Que nos ayudaran contra este enemigo. Pero antes de que hables... -Stephen Extraño trazó unos retorcidos signos en el espacio. La Realidad pareció llenarse con una niebla de incierto color, como si no pudiera decidir cuál era su naturaleza. >>Las Refulgentes Nieblas de Ikonn nos ayudarán a entender mejor tus palabras, Kotaro-san. Continua, por favor. -Este es el escudo de Birugenia. Un malvado al que creía muerto aunque no por mi mano. -señaló el escudo. Las brumas convocadas por el mago vibraban con cada una de sus palabras. Se condensaban y cambiaban su forma. Mostraban en transparentes imágenes el discurso del héroe. Lo primero que vieron fue un rostro enmarcado en un casco gris con tres diminutos cuernos curvados hacia atrás. El casco era cerrado como una capucha ceñida, sin placa que cubriera sus rasgos. Su rostro era blanco como la muerte, sus cejas de un intenso color azul. Ojos y labios se unían en un gesto de soberbia y desdén que enfermaba. Dan gruñó con desprecio. El disgusto que le provocaba aquella visión era instintivo y visceral. Decidió que por una vez nada perdía por escuchar ese discurso. Quería enfrentarse a ese tal... -Birugenia -continuaba Kotaro-... sería demasiado largo explicarlo. Baste decir que deseaba un poder que se le negó hace treinta mil años. Intentó acabar incluso con los Tres Sacerdotes de Gorgom. Pero el Rey de la Creación le castigó. Paso esos milenios en letargo, hasta que de nuevo fue despertado con todo el rencor de casi una era acumulado. A medida que el héroe de otro mundo hablaba los vapores místicos se retorcían en incomprensibles espirales. Apresurándose en acompañar a sus palabras con mudas escenas de lucha y maldad. Como si fuera un heroico espectáculo tratando de refrescar la memoria de sus espectadores. Las nieblas mostraron una escena que pareció zumbar con la angustia en la voz de su narrador. Kamen Rider Black permanecía clavado en el suelo, hasta la cintura. No podía liberarse a pesar de sus esfuerzos. Sobre él se alzaba Birugenia con una tremenda espada. A su espalda, contra el cielo nocturno, le acompañaba una criatura que semejaba una mantis religiosa gigante que caminara erguida.- En más de una ocasión estuvo a punto de acabar conmigo, aunque de un modo u otro siempre evité que lo lograra. Las más de esas ocasiones, Battle Hopper acudió en mi auxilio sin pensaren su propia seguridad. -¿Está viva? .Daniel Ketch no ocultó su fascinado asombro. A pesar de todo lo que había vivido, algo así le resultaba no imposible pero si inesperado. -Si. -Kotaro asintió con energía-. No es un vehículo. Nos une una gran amistad. Como decía, nos enfrentamos decenas de veces, pero no fui yo quien acabó con él. Ante el repentino silencio, Extraño intervino con su tono más amable pero firme. -Continua, te lo ruego. Tenemos que saber todo lo que podamos antes de actuar. -Kotaro inspiró con profundidad y continuó su discurso con evidente dificultad. -Fue Nobuhiko. No, ¡Shadow Moon! El acabó con Birugenia, aunque las circunstancias no las conozco. -Las imágenes cambiaron. Las fugaces visiones se deformaron y fundieron hasta que solo quedó una inquietante imagen: Un individuo. Un guerrero semejante a Kamen Rider Black. Como si fueran dos individuos de la misma especie. Pero éste tenía un aspecto más gris, metálico. Con una mirada verde que derribaba voluntades. >>Si Birugenia está aquí y ha logrado resucitar mutantes a los que ya derroté... Solo puede tener una meta. -El dominio del mundo -interrumpió el anfitrión humano del Espíritu de la Venganza. -Un mundo habitado por mutantes diabólicos, en el cual la humanidad solo les sirvan como esclavos y alimento. -El Doctor Extraño chasqueó los dedos. Las Refulgentes Nieblas desaparecieron tal como las había conjurado. -Dado que ya te has enfrentado a este demonio en el pasado, antes de que tracemos cualquier plan, creo que será bueno que nos cuentes todo lo que conozcas de Birugenia. Puede que haya algo que nos indique como derrotarlo. Caverna Fortaleza de Neo GorgomCámara del Trono -¡Lord Birugenia! ¡Calmaos os lo ruego! -El ninja permanecía de pie ante un trono tosco y cuadrado. Entre este y el hombre de un lado a otro paseaba una peculiar figura. Vestía ropas tradicionales japonesas y una aparatosa capa gris de forro rojo, con unas elaboradas hombreras puntiagudas. Caminaba con grandes aspavientos de ira entre gritos y amenazas dirigidas a nadie en particular. -¡Kamen Rider Black está aquí! ¡Me calmaré cuando esté muerto! -Aquella cámara era pequeña, iluminada tan solo por dos braseros excavados en los brazos del trono. La misma ira de Birugenia parecía avivarlas sombras. -¡Tienen el escudo, MI escudo! ¡Pero ese maldito no logrará derrotarme! >>Atacaremos en dos frentes a la vez. Tú te dirigirás de inmediato a recuperar la armadura. Yo me dirigiré a por mí Birusable. Y a por el Biruescudo enviaremos al Mutante Jaguar. -¿Es sabio mi señor? El hogar del Hechicero Supremo está muy bien guardado. Sin duda hay... -Sin una palabra Birugenia se acercó al ninja, golpeándole con el revés de la mano. Miró el brazo de aquella carne muerta. Si no se daba prisa, pronto tendría que ocupar otro cadáver. La frustración avivó aun mas su ira, sacudiendo las llamas que iluminaban las paredes de roca. -¡Mi alma cruzó el vacio entre dimensiones! ¡Os he dado poder! ¡A los dignos incluso les he permitido convertirse en mutantes! >>Neo Gorgom se ha convertido en una Fuerza del Mal sin rival. -sentenció con arrogancia-. ¡No oses decirme si me equivoco o no! Mi palabra es ley. Obedece o muere. -Dio media vuelta, sentándose en su trono mientras el humillado secuaz abandonaba la estancia, dejando a su amo sumergido en negros pensamientos de furibunda retribución. -Esta vez caerás, Minami Kotaro. Tu Kingstone será mía y con ella tu poder. Si, pronto... Sancta Sanctorum del Doctor Extraño -...Kingstone, es lo que me da poder. El la desea para convertirse en aquello que se le negó hace treinta mil años, un Century King. -¿Y saber esto de qué sirve? No es nuevo. Tenemos que impedir que se haga con las piezas de su armadura. -Da -replicó el hechicero-. Piensa. La enemistad, no, el odio de Birugenia hacia Kotaro podemos emplearlo en nuestro propio beneficio. Y creo que se cómo. En aquel momento, Wong entró en la habitación empujando un enorme espejo de cuerpo entero sobre un marco con ruedas. Aunque solo lo parecía. El marco contenía en realidad lo que a Kotaro le parecía un agujero en el tejido del mismo espacio. Le producía una abrumadora sensación de vértigo. Como si se hallara en la cima de una montaña. Sin nada que impidiera ver su base. Agitó la cabeza, sacudiéndose aquella incomodidad. -Gracias Wong. Antes de retirarte envía el mensaje a Rand. Serpiente de Acero se halla donde el sospechaba. Puede actuar sin temor. -El fiel mayordomo se retiró con un tranquilo «de inmediato». El Hechicero Supremo explicó con orgullo: >>El Espejo de Mabelode. Gracias a él sabremos de inmediato donde se halla Birugenia. Nos ahorrará problemas y tiempo, algo de lo que no andamos sobrados. Kotaro, pon las manos aquí y concéntrate en tu enemigo. El aludido obedeció. Apoyó las manos en unos asideros que se amoldaron a sus miembros como una segunda piel. El vértigo desapareció, sustituido por una imperiosa necesidad de buscar y encontrar. Sus pupilas cambiaron de color con una rapidez tal que casi no se podía seguir. Como esferas que siguieran una frenética e incomprensible secuencia. El contacto duró apenas unos segundos. Cuando retiró las manos, su mirada recuperó la normalidad. -¡Están aquí, a las puertas de esta misma casa! ¡Ha enviado al Mutante Jaguar! Continuará…
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