Motteau es un dulcísimo rincón secreto. Esta pastelería y cafetería en el Barrio de las Letras pasa desapercibida si uno va con prisa pero el que la busca, sabe que está encontrando un sitio muy especial. Un lugar donde la calidad, la paciencia y el buen hacer se degustan en cremas, tartaletas, bizcochos y brownies acompañados de espumosos cafés en taza grande o reconfortantes infusiones. La dieta se queda en la puerta para dar entrada a los disfrutes golosos.
Motteau surge de una fortísima crisis de los 40 . Juan D'Alessandro, argentino afincado en España desde hace más de 10 años, quiso acabar con su trabajo, con su matrimonio y con todo lo que pillara por delante. Estaba harto y cansado y su único refugio fue aquello que le parecía un juego en su infancia: la repostería. "Yo prefería un sobre de gelatina Royal por mi cumpleaños antes que un Playmobil", confiesa y decidió "venir todas las mañanas a jugar" a Motteau, su deliciosa pastelería.
Pero antes, Juan marchó a París a formarse en la Escuela de Panadería y Pastelería, la de mayor prestigio en estas lides. Y se inspiró en sus propios orígenes para abrir la cafetería. "Mi tatarabuela trabajaba en la pastelería y confitería Motteau en Yvetot, un pueblo de Normandía", explica Juan. Una foto familiar de principios de siglo en la puerta de este establecimiento francés preside el Motteau madrileño. La decoración, con la cocina vista para observar a Juan y a sus ayudantes trabajar, se inspira en la cocina de Buenos Aires de su bisabuela y ha recuperado recetas de su madre, como la crema de limón, "de la que no me canso nunca", explica.
Aun así, Juan investiga y desarrolla sus propias recetas, como las tartas de frutas (espectaculares) que dependen de la temporada: manzana, pera, ciruela, zanahoria, melocotón... se colocan amorosamente junto a las tartaletas (la de limón es maravillosa, os lo juro) y otros pasteles en una alacena con vitrina en la que dan ganas de pegar manos y nariz, como los niños. Se sirven en platos recuperados de Normandía o Inglaterra y las tazas de café son enormes "porque nadie te echa de aquí, no hay prisa", explica Juan.
Eso sí, puedes llevarte todo lo que desees a casa porque la idea original era tener una pastelería con espacio para café. "Al final, es una cafetería porque los madrileños valoran la pastelería fina y un espacio tranquilo donde degustarlas", explica Juan. No abren a mediodía porque solo ofrecen dulce con lo que su horario natural son los desayunos y las meriendas.
La frase tan manida de que "en chino, crisis significa oportunidad" ha servido en este caso para tener un rincón delicioso en el que perderte en una gloriosa tarta. Hasta el Ratón Pérez quiere ir y si no me creéis, no tenéis nada más que buscar su puerta.
Los datos. Motteau. Calle San Pedro,9. Precio: tartas, 4€. Tartaletas, 3,5€ y brownies, 2,5€.