Finalmente Manolo Preciado, técnico del Sporting, debe retractarse y darle la razón a Mourinho, todos los equipos tiran los partidos que juegan contra el Barcelona. En Pamplona, territorio hostil donde los haya, no parecen proclives a ello. Soriano, jugador de Osasuna, ya ha avisado: “Hay que enseñarles los codos, las rodillas y los dientes, que los sientan”. La temporada pasada los culés sacaron un punto del Reyno; y gracias.
Ya se nota la mano de Mourinho. Ayer les mandó callar a sus jugadores, “48 horas de silencio”, para que reflexionen. No hubo zona mixta (nueva falta de deferencia de un club señorial para con los profesionales de la información y por ende para con sus seguidores). Algo así como un retiro que les permita bucear en sus cabezas y rehacerse tras el varapalo del Camp Nou.
Simplemente no les deja hablar para no enmarronarse más y perder el partido también ante los micrófonos de los medios. Porque la entrada de Sergio Ramos a Messi es injustificable, como también lo es el empujón de Cristiano a Guardiola o el anti-fútbol de Arbeloa, por sacar algunas acciones a la palestra.
El Barcelona volvió a encandilar y a humillar, que es lo que más duele. La segunda parte fue un rondo blaugrana con olés y vítores desde la grada. Se rieron futbolísticamente del Madrid y, con sorna, el público también de Mourinho.
La Liga está fraccionada. Hay un equipo en su máxima expresión de juego y 19 grupos humanos que corren detrás de un balón y que intentan, mejor o peor, conjuntarse para parecer algo. Algunas veces hacen goles y se alzan con el premio de los tres puntos. Los líderes, en cambio, juegan, enseñan, se divierten, dan espectáculo y saben comportarse dentro y fuera del campo.
Confesaré que no soy defensor de Pep Guardiola, porque me parece que cumple un papel de cara a la sociedad, se ha creado una imagen que ha asumido el público y que dista del verdadero Guardiola. Es una sensación. Pero los resultados le acompañan y tendremos que callar. Todo bien Pep.
La previa del partido de ayer debe hacernos reflexionar. No se puede calentar las jornadas como se hizo, elevándola a choque fratricida, con las declaraciones prepotentes de Cristiano la semana pasada, con la chulería de Mourinho o sacando a la palestra a viejas glorias como Stoichkov con afán de protagonismo. Da pie a la violencia y eso no es fútbol. Y luego encima se pueden reír de uno y llamarle bocazas.
El refranero español es muy sabio, y tiene una expresión que bien se podrían aplicar algunos: “En boca cerrada no entran moscas”… El Mounumento yo lo levantaría en honor del buen fútbol que ayer desplegó el Barcelona.
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Etiquetas: Barcelona, clásico, Guardiola, Mourinho, Osasuna, Real Madrid