Movie Review…por César del Campo de Acuña
Dirección: Shigehiro Ozawa.
País: Japón.
Año: 1974.
Duración: 91 minutos.
Género: Acción. Suspense.
Guion: Kôji Takada y Motohiro Torii.
Reparto: Sonny Chiba, Goichi Yamada, Tony Cetera, Masafumi Suzuki, Masashi Ishibashi, Akira Shion y Osman Yusuf.
Fotografía: Ken Tsukakoshi.
Música: Toshiaki Tsushima.
Montaje: –
Dirección artística: –
Diseño de producción: Takatoshi Suzuki.
Estreno en Japón: 2 de febrero de 1974.
Estreno en Estados Unidos: 1 de noviembre de 1974.
If you’ve got to fight…fight dirty!
Les seré sincero. Hasta que en su día vi Amor a quemarropa (película dirigida por Tony Scott y guionizada por Quentin Tarantino en la que destaco la monumental pelea entre Patricia Arquette y James Gandolfini) no conocía de nada a Sonny Chiba. Para mí las únicas estrellas del cine de artes marciales eran Bruce Lee, Jackie Chan y Jean-Claude Van Damme. Pero un día, por casualidad, me tope en unos grandes almacenes con un pack compuesto por la trilogía al completo de las películas que está viendo el personaje interpretado por Christian Slater en la citada cinta dirigida por el desaparecido Tony Scott. The Street Fighter Collection, estuche compuesto (como no podía ser de otro modo) por: The street fighter, Return of the streetfighter y The street fighte´s last revenge), tres films protagonizados por Sonny Chiba, el cual se transformaba en ellos en Takuma Tsurugi, un contundente y salvaje luchador callejero con el que el japonés obtuvo el reconocimiento y la adulación internacional de los aficionados al cine de artes marciales llevándole a convertirse en el gran rival de Bruce Lee (aunque poca rivalidad pudo haber cuando Bruce Lee falleció en 1973 y la “franquicia” Street Fighter empieza en 1974). Bien, por aquel entonces y gracias a la explosión que supuso el proyecto Grindhouse, devoraba o adquiría cualquier cosa que oliera a cine exploitation de la década de los 70 por lo que no dude en hacerme con la colección. No hace falta decir que me trague las tres seguidas en un maratón de golpes brutales, caras raras y tupidas cejas sin importarme que la edición de Manga Films fuera una porquería de tomo y lomo (al menos en lo que respecta a jugosos e interesantes extras).
Esta primera entrega, dirigida como todas las demás (y, ¡ojo!, el mismo año) por Shigehiro Ozawa (cineasta que empieza su carrera en el 56, deja la industria 20 años después y fallece a los 82 años de edad en 2004), nos lleva a conocer al citado Takuma Tsurugi, un mercenario experto en artes marciales que es contratado por un grupo de Yakuzas (y por la Triada), con el fin de secuestrar a la rica heredera de un magnate del petróleo fallecido. Pero, cuando los criminales se niegan a pagar el desorbitado precio que Tsurugi pone a sus servicios, este decide proteger a la chica lo que le llevara a enfrentarse a los peores asesinos de Japón y China. Y así de sencillita es la trama ¿y saben qué? es genial. Esto no es Macbeth visto por detrás pero tampoco crean que nos encontramos ante la historia de un virtuoso héroe que se mueve en pos de la justicia. El personaje al que Chiba da vida es un mercenario en el peor sentido de la palabra (una actitud que a lo largo de la película comprenderemos de donde viene gracias a un breve flashback que ayuda enormemente a construir esa bestia que es Takuma Tsurugi) y no duda en rescatar asesinos de la cárcel, matar con sus manos desnudas, vender mujeres a los Yakuza o intentar sacar partido si la situación es propicia. Para defenderse utilizara toda su habilidad marcial, la cual no tiene un ápice de honorabilidad ya que Tsurugi, como dice el cartel, si tiene que pelear, peleara sucio (y no hay nada más sucio que arrancar testículos o tráqueas, sacar ojos o partir extremidades en posiciones imposibles). El personaje que hizo famoso a Sonny Chiba en los circuitos Grindhouse (vamos, en Estados Unidos) es uno de los malnacidos más memorables de la historia del cine de artes marciales (genero plagado de tipos de la peor calaña) y eso es algo a tener en cuenta.
Aunque me gustaron en aquel primer visionado debo reconocer que, acostumbrado a las espectaculares coreografías del cine de artes marciales chino (wuxia o no) como Los Cinco Venenos, las escenas de combate que pude ver en The Street Fighter (mucho más secas, expeditivas y mucho menos acrobáticas) me dejaron un tanto frío. Pero esa ligera decepción la he podido corregir volviéndome a enfrentar a ella. Sonny Chiba es un reputado artista marcial (domina dos tipos de Karate, es experto en Judo, Ninjutsu, Kempo y Kendo) y sus escenas de pelea son deliberadamente más bruscas para mostrar una brutalidad en el contacto que en las más plásticas películas chinas no se da (a pesar de ser estas últimas, en algunos casos, bastante sádicas). Es cierto que el film entero está montado para escandalizar por su desmesurada violencia pero cuenta una historia satisfactoriamente y tiene un ritmo espectacular (a pesar de que, en lo personal, el montaje no me acaba de convencer pero es algo que, en general, me suele ocurrir con las cintas de explotación de los 70) que nos puede llevar a ver a Sonny Chiba en estas películas como una suerte de El Hombre sin nombre (Clint Eastwood) de la Trilogía del dólar que en lugar de utilizar un arma de fuego utiliza sus manos y pies para acabar con sus enemigos.
No terminare escribiendo ninguna tontería en forma de absoluto (como, si no han visto estas películas no saben de cine de artes marciales o Sonny Chiba es superior a Bruce Lee) pero si señalare que la trilogía Street Fighter es diferente y solo por eso merece que cualquier cinéfilo (o cinefago, si lo prefieren) las vea. Personalmente me quedo con el monstruoso personaje que es Takuma Tsurugi (por momentos le amas en otros le odias…) y con las impactantes escenas de combate entre las que destaco la escena en la que hacen una radiografía del cráneo del tipo al que le parte la crisma de un golpe (¿se inspiraría Mortal Kombat en sus X-Ray en esta escena?). En general, y para terminar, independientemente de su montaje (relativo a una manera determinada de hacer cine en una época concreta), de lo ridículo de uno de los tres temas musicales que componen la banda sonora (no así el tema principal) The Street Fighter es una película francamente divertida que ningún cinefago se debería perder. Eso sí, si son de los que se escandalizan con la violencia (aunque el tiempo haya terminado convirtiendo en una suerte de caricatura la ingente cantidad de sangre salida de los cuerpos de los enemigos de Tsurugi) o de los que solo consumen cine de corte artístico (aun teniendo The Street Fighter una muy buena factura a pesar, de su presumiblemente, bajo presupuesto) aléjense de la primera entrega de las cintas que convirtieron a Sonny Chiba en un icono en Estados Unidos (ergo, occidente).
Curiosidades:
- Fue la primera película que obtuvo una calificación X por su violencia en los Estados Unidos. Los anuncios de los periódicos estadounidenses llevaban la cita “AVISO: La MPAA ha calificado esta película inadecuada para los espectadores menores de 17 años debido a sus extraordinarias secuencias de pelea”.
- Es la decimotercera (de 20) película Grindhouse favorita de Quentin Tarantino.
- Al no renovarse sus derechos se convirtió en un film de dominio público.
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