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No sabía, hasta leer el cartel que apareció esta mañana pegado en el ascensor, que comparto vecindario en el edificio que habito con otro sujeto de conducta reprobable (y ya van 35). Así lo señala el mensaje, donde se advierte una contumacia en el comportamiento de este individuo que nada tiene que ver con el alivio de una única y puntual emergencia de la que ninguno se encuentra libre. Lo que no aclara el texto, porque desde luego el redactor parece carecer de pruebas, es si el infractor es una señora o un caballero, pues ambos sexos son aptos para efectuar una micción en tales condiciones con independencia de la edad. Poco importa en todo caso, y tanto da que la criatura sea una dama de edad provecta como un díscolo mozalbete cuando el ruego presidencial es inequívoco: Cese en su actividad.
Con generosidad, el Presidente, ofrece las llaves de unos servicios comunes; pero algo nos hace sospechar que tan honrado gesto no va a ser atendido sino que el propio mensaje agudizará el problema, radicalizando la postura del anónimo meador/a, que más dispuesto que nunca a continuar con la mofa y con la befa seguirá colmando papeleras y haciendo del abnegado Presidente un ser con predisposición a emigrar a las Quimbambas.
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