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Al operario lo debió incomodar la lisura del cemento que había extendido para tapar el bache. “Le ha ‘dado cosa’ al hombre”, declaró un testigo. Al operario lo atenazó la sensación de estar asomado al borde de un precipicio y apretó mucho el culo ante la visión de aquella superficie que como un zahír borgiano —pensó—, se fijaría en la memoria de todo aquél que la mirase. Con la mezcla fresca a sus pies y la herramienta en la mano, decidió entonces realizar un tramado que disimulara la obra, que la camuflara en su entorno de baldosas urbanas. Quedó muy contento del camaleónico resultado. “Si se fijan bien, apenas se nota”, acabó de declarar el testigo.