Movimiento de Oxford, conocido también con el nombre de movimiento tractariano o tractarianismo, dícese del resurgimiento religioso que resalta los orígenes apostólicos y universales de la Iglesia anglicana. Los partidarios de este movimiento sostenían que la Reforma inglesa no había interrumpido la sucesión apostólica —o sea, la transmisión válida de autoridad apostólica para administrar sacramentos— y que la Iglesia anglicana constituye una ramificación de la santa Iglesia católica, a la que también pertenecen la Iglesia de Roma y la Iglesia ortodoxa griega. Los principales dirigentes del movimiento fueron los teólogos británicos John Keble, el cardenal John Henry Newman y Edward Bouverie Pusey, todos ellos relacionados con la Universidad de Oxford.
2 INICIOS
Keble dio comienzo al movimiento con un sermón titulado 'De la apostasía nacional' el 14 de julio de 1833 en Oxford. Citando un reciente estatuto que abolía diez obispados en Irlanda, Keble advertía a la Iglesia anglicana de la amenaza de dominación por parte de las autoridades seglares y acusaba a los dirigentes de la Iglesia de la época de apostasía nacional por haber abandonado los principios de los teólogos anglicanos de los siglos XVI y XVII. Más tarde, ese mismo mes un grupo de representantes religiosos que comulgaban con las tesis de Keble se reunió y prometió apoyar la doctrina de la sucesión apostólica y los principios expresados en el Libro de la Oración Común (libro de oraciones de la Iglesia anglicana).3 LOS TRACTOS
A partir de septiembre de 1833, Keble, junto a varios de sus seguidores dirigidos por Newman, Richard Hurrell Froude e Isaac Williams, plasmaron su postura religiosa en una serie de 90 opúsculos titulados Tractos para los tiempos, de ahí que el movimiento adoptara el nombre de tractarianismo. Newman realizó además una importante aportación al movimiento a través de varios sermones semanales pronunciados durante ocho años. El movimiento recibió un nuevo empuje gracias a la adhesión en 1834 de Pusey, que gozaba de tal prestigio que sus miembros llegaron a ser conocidos como puseyitas. Los tractarianos sostenían que la Iglesia anglicana, como parte de la Iglesia católica creada por autoridad divina, era algo más que una institución humana. Mantenían asimismo que, de acuerdo con el Derecho canónico, los obispos anglicanos eran los legítimos sucesores de los apóstoles. Los tractarianos pensaban que la Iglesia anglicana representaba la vía media entre el catolicismo de Roma y el protestantismo, considerados por ellos como abominables, y aducían que la Iglesia sólo podía salvarse volviendo a sus orígenes católicos, en el sentido de apostólicos y universales. La oposición al movimiento de Oxford se intensificó tras la publicación, en 1838-1839, de los Restos literarios de Richard Hurrell Froude, editado por Newman y Keble, obra que alarmó y suscitó la hostilidad de muchos obispos anglicanos por su actitud comprensiva hacia el catolicismo romano y sus ataques a los líderes de la Reforma. A partir de este momento los obispos se opusieron al movimiento de Oxford cada vez con más fuerza. El Tracto 90, publicado por Newman en febrero de 1841 elevó el conflicto con las autoridades eclesiásticas a su punto de máxima tensión. En este escrito Newman intentaba probar que los Treinta y Nueve Artículos anglicanos no eran incompatibles con el dogma de la Iglesia de Roma. Las altas esferas de la Iglesia anglicana condenaron de forma solemne el Tracto el 15 de marzo y, ante las presiones del obispo de Oxford, se suspendió la publicación de los Tractos para los tiempos.4 CONSECUENCIAS
Como efecto de esta situación varios cientos de clérigos abandonaron la Iglesia anglicana y se integraron en la Iglesia católica apostólica romana, a los que se vino a unir en 1845 el propio Newman. Los partidarios del movimiento que permanecieron dentro de la Iglesia anglicana recibirían más tarde el nombre de anglocatólicos. A partir de 1860 el énfasis se trasladó de las cuestiones doctrinarias a las cuestiones ceremoniales, dando origen al movimiento conocido como ritualismo, que a veces se confunde con el movimiento tractariano. El movimiento de Oxford realizó importantes contribuciones a la Iglesia anglicana. Restauró la dignidad de la Iglesia y la de sus ministros, reavivó el interés por la teología y por la historia eclesiástica, fortaleció la apreciación de la liturgia católica e inspiró nuevos logros artísticos tanto en música eclesiástica como en arquitectura. Provocó además la organización de comunidades religiosas y propició una nueva conciencia de la responsabilidad social de los cristianos, evidenciada por el establecimiento de misiones anglicanas en los barrios pobres de las ciudades británicas.