Mr. X

Felipe González presidió varios gobiernos socialistas con más luces que sombras, en general, a diferencia de lo sucedido con el leonés errante por quien conspicuos socialistas empiezan a pedir perdón, que tiene tela. D. Felipe apadrinó una organización terrorista desde el propio Estado, y eso no está muy bien visto; terminar con un ministro y un secretario de estado entre rejas, no es síntoma de una gestión transparente en el espinoso tema del terrorismo etarra. El Sr. equis quedó ignoto, aunque todo el mundo supiese quién era, y es que si un presidente del gobierno se entera por la prensa de lo que hacen sus ministros, debería haber dinitido por ignorante, y si lo sabía, por culpable, aunque aquí las cosas sean diferentes y a Artur Mas no le aceptan la dimisión precisamente quienes son sus subordinados, o sea. El socialismo vive momentos difíciles, porque no es sencillo renovar el partido con un Rubalcaba que fue ministro en los tiempos felices de D. Felipe, y sin un líder claro, las luchas intestinas se encarnizan hasta límites insospechados, con detrimento sistemático de los intereses del propio partido. Esa es la raíz del problema: Los políticos forman parte de él, y no de la solución, y la falta de un proyecto que aglutine a la mayoría, como decía este fin de semana D. Felipe, no es la cuestión de fondo, sino salvaguardar el puesto de trabajo que se tambalea después de tantos años, y con esta crisis, no está el horno para bollos.