Uno de los sucesos más escabrosos relacionados con los daños que puede provocar el método anticonceptivo de Bayer marca Essure es la muerte fetal. No sólo es que el control de natalidad que ofrece falla sino que una vez producido el embarazo en muchas ocasiones no llega a buen término.
Todo parte del congresista estadounidense Mike Fitzpatrick que se dirigió el pasado mes de febrero a la agencia estadounidense de medicamentos, la FDA, porque hay datos que apuntan a que la entidad pública puede que no haya contado bien el número de mujeres que tras implantarse el Essure hayan quedado embarazadas, muchas más de las que se creía y sus fetos hayan muerto.
La FDA reconoce que existen muertes de fetos tras la implantación de Essure pero las cifra en cinco.
Los datos de Fitzpatrick, que están apoyados además por un informe independiente de una ex empleada de la agencia, Madris Tomes, basado en el análisis de las bases de datos de notificaciones de reacciones adversas de la propia FDA sugiere que al menos han de contabilizarse 303, que no es lo mismo.
Esta historia apunta al sistema de comprobación que la agencia utiliza a la hora de recibir notificaciones de posibles casos de efectos adversos. En el asunto de Essure, la FDA sólo cataloga “muerte”, “daño” o “mal funcionamiento”. Pero el caso de las muertes de fetos ha obligado a los funcionarios/as de la FDA añadir a su sistema de gestión de notificaciones como “muerte fetal” o “aborto involuntario”.
Bayer dice que
los embarazos ectópicos no se consideran muertes fetales y pueden ocurrir por una multitud de razones no relacionadas con Essure”.
La compañía está preocupada por la creciente mala imagen de su producto.
Lo cierto es que esa mala imagen se la han ganado a pulso pues el descubrimiento de nuevos daños es contínuo y ello quiere decir que el Essure se aprobó con prisas y sin la suficiente evidencia o pruebas centíficas sobre su eficacia y seguridad.
De hecho, hace sólo unas semanas la FDA ha comenzado a reconocer más daños de los que había expuesto al principio y aunque no retira del mercado el utensilio ha obligado a Bayer a hacer más estudios. Y la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) está estudiando el caso pues reconoce que el sistema de vigilancia ha fallado.