Sandra Dale “Sandy” Dennis nació el 27 de abril de 1937 en un pueblecito de Nebraska. Fue a la Universidad de ese estado antes
trasladarse a Nueva York a los 20 años. En la cima de su carrera como actriz, en los años sesenta, fue galardonada con dos premios Tony de teatro y un Oscar® por su interpretación en ¿Quién teme a Virginia Woolf?, de Mike Nichols.Aparte de ser una talentosa y bellísima actriz de cine y de teatro, Sandy Dennis tenía varias pasiones en su vida: una era leer, la segunda cocinar, la tercera pintar acuarelas y la cuarta… los animales, sobre todo los gatos. Murió el 2 de marzo de 1992 con solo 54 años, dejando a 33 gatos y a tres perros para los que se creó el “Sandy Dennis Memorial Animal Care Fund”.
Hemos recopilado algunas reflexiones de la actriz acerca de sus gatos. En 1968 reconoció, en una entrevista a Life Magazine, que tenía 25 gatos y 6 perros. Unos años después dijo: “Tengo muchos, pero prefiero no decir cuántos. Algunas personas me traen animales porque creen que uno más no cuenta y otras me escriben cartas horribles metiéndose conmigo, preguntándome por qué no me dedico a la gente en vez de a los gatos”.
En su casa de Connecticut, con hectárea y media de terreno, los gatos iban y venían a su antojo. A una periodista le explicó que “tienen sus costumbres. Se despiertan entre las 6:30 y 7:00 de la mañana y quieren comer. Si tardamos un poco, se levanta un auténtico coro griego de maullidos. Tardamos unas dos horas en darles de comer, lavar los platos y fregar el suelo. Si hace buen tiempo, salen a dar un paseo. A las 5:00 vuelven a por chucherías, y a las tres horas, a por la cena. A partir de esa hora, les echo de la cocina”.
Siempre dijo que su sueño era poder fundar un refugio para animales. Le habría gustado comprar unas cinco hectáreas de terreno y abrir un refugio “para animales mayores, animales a los que se va a sacrificar”.
En el jardín con Minou
Tenía gatos favoritos, como Alexander, al que le encantaban los espárragos, y otro rayado que había encontrado en Londres, pero confesaba con una gran sonrisa que muchos de sus gatos eran unos antipáticos.
Su amor por los animales nació a una temprana edad. Contaba que su madre volvía un día de trabajar en la tienda Woolworth y, en un callejón, vio a un gatito encerrado en un gallinero. Pasaron los días y el gato adelgazaba. Por fin, su madre llamó a la puerta y preguntó qué pasaba con el gato. La mujer le contestó: “Ya no queremos al gato, así que lo estamos matando de hambre”. Su madre le dio un puñetazo y la dejó sentada. La mujer llamó a la policía, pero por suerte el jefe de policía era el tío de Sandy Dennis. El gatito, claro está, acabó en casa de Sandy y vivió muchos años.
También contaba que con tantos gatos no era fácil pintar acuarelas: “Es un poco caótico, siempre hay un gato dispuesto a pisar lo que acabo de pintar. Se beben el agua en la que limpio los pinceles…”