Ricky intenta asistir a un compañero ante Valters -ACB Photo/ Surrallés.
El ruido mediático y real giraban casi exclusivamente en Ricky Rubio (El Masnou, 1990). La figura del jugador que regresa a su antigua casa con la equipación del rival más rival provoca que se hable de traición y que la grada juegue su partido particular intentando desmoralizar, desconcentrar y despistar al objeto de sus improperios. Ricky quiso dejar claro que no le iban a preocupar dichas distracciones en su retorno a Badalona y por eso se quedó solo a practicar el tiro antes del partido. Tan sólo faltaba música de western para completar una secuencia de extremo desafío. Y quizás esa necesidad de demostrar que estaba por encima de todo hizo que Ricky hiciese muchas cosas en muy poco tiempo: un triple, dos rebotes, una asistencia y sobre todo dos faltas personales en menos de cuatro minutos. Precipitación que alertó a Xavi Pascual, que no lo puso en pista hasta el inicio del tercer cuarto. Lo que parecía un triunfo moral de la grada se convirtió en otro elemento más de un partido muy bien resuelto por el Barça (57-81) con y sin Ricky, al que acabaron aplaudiendo casi unánimemente en su última asistencia.
“Disfrutar del espectáculo” era la única preocupación del ex jugador del DKV Joventut, al que no le inquietaron las diferentes pancartas que le dedicó el público hace unos meses le admiraba. Todas hacían referencia a conceptos morales como la traición y materiales como el económico, como si Ricky hubiese sido el único en no gestionar bien su deseo de querer ir a la NBA. Un culebrón que ya empezó mal, anunciando sus intenciones de irse a la Liga estadounidense antes de jugar los playoff contra el Real Madrid. Sea como sea Ricky durante casi toda la primera parte estuvo en el banquillo, presenciando un partido de intercambio de triples, con los pívots del Barça facilitando la comodidad para lanzar de los tiradores ante la defensa zonal, poblada y agresiva, del conjunto de Sito Alonso. Juan Carlos Navarro (14 puntos), extrañamente suplente, emergió en un suspiro para cerrar el primer cuarto (14-27), mientras que Roger Grimau (13) sería el más activo de los azulgrana en el segundo.
Tucker, discreto
Al descanso se llegó con 33-45 y en el tercer cuarto los visitantes se encargaron de eliminar las dudas sobre el resultado final. Ya con Ricky en la pista, por fin con un Ricky sin excesos, el Barça jugó a placer, de maravilla, con velocidad y siempre con su base titular como referentes y Boniface Ndong y Navarro como referentes en ataques. Lo que aspiraba a ser Clay Tucker, duda tras quedar mermado en el partido de Eurocup en Berlín y que sólo anotó ocho puntos con un discreto 3/10.
El mérito del DKV Joventut fue ser capaz de reducir drásticamente las distancias (52-66 a los 7m 17s) con una misma jugada y un único protagonista: Alain Koffi, puro espectáculo machacando el aro y un jugador que podría dar mucho más de sí con un poco más de regularidad. Los azulgrana se quedaron en un punto en la primera parte del último cuarto, cuando el joven Josep Franch guiaba con desparpajo a los locales y permitió al público imaginarse en una remontada. Idea que precisamente Ricky les quitó con seis puntos seguidos y asistiendo a Fran Vázquez. Gran parte de los presentes aplaudió la acción, olvidándose de pancartas, de rencillas. Aplaudió al baloncesto. “Ha sido una experiencia muy bonita volver donde he estaba tantos años. Estoy muy contento con la victoria”, describió Ricky.