El experimento Tuskegee marcó un hito en la historia del conocimiento de cómo se experimenta en poblaciones pobres fármacos que luego utilizamos todos. Durante 50 años las autoridades sanitarias estadounidenses ensayaron en la población empobrecida y negra de este municipio de Alabama tratamientos contra la sífilis.
Con posterioridad, gracias a la investigadora Susan Reverby, conocimos hechos similares acaecidos en Guatemala. Lo ha recordado hace poco esMateria.com. Estados Unidos, a través de Obama, pidió perdón al presidente de Guatemala por haber inoculado a su población enfermedades de transmisión sexual.
Y es que América Latina, India, China o Sudáfrica y otros países “en vías de desarrollo” son fuente de “conejillos de Indias” humanos en ensayos médicos sin control. Se hacen sin ética y cometiendo irregularidades (en muchos casos sin consentimiento informado). No son cosas del pasado, en el citado reportaje se citan varios casos sucedidos en los últimos años (o lustros).
La investigadora Julie Aultman ha recopilado numerosos ejemplos en su trabajo Abusos y disculpas: conducta irresponsable en la investigación con humanos en América Latina. Para esMateria:
El mayor problema que provocan estos abusos es un permanente miedo y desconfianza por parte de la población hacia la ciencia, las autoridades sanitarias y sus tratamientos, ya que muchos terminan asociando las batas blancas con males y no con remedios.
Habría que saber cómo no destruir la confianza en la investigación clínica.