Miles de periodistas y cientos de editores con el agua al cuello, temblando porque la audiencia les abandona, creen que las tabletas informáticas pueden salvarles, ignorando como imbéciles que la salvación sólo está en el retorno a la verdad y en el abandono de la sucia alianza que han sellado con el poder político y la propaganda, traicionando al ciudadano.
La prensa escrita está en crisis en todo el mundo, abandonada por una audiencia, que ya no quiere pagar por sus mentiras, y que desprecia las alianzas que los medios han sellado con los políticos, de los que se han convertido en portavoces. Ahora, con cada día menos lectores, miran hacia las tabletas, especialmente hacia el iPad de Apple, de las que ya se han vendido unos 7,2 millones en todo el mundo, como la salvación. Han sido y siguen siendo estúpidos y alienados porque se niegan a admitir que el origen de su desgracia está en la pérdida de confianza y en el odio de los lectores, que no admiten haber sido traicionados por unas empresas mediáticas que han abandonado el servicio a la verdad y al ciudadano para convertirse en medios esclavos del poder y en parte de los aparatos de propaganda de los gobiernos y partidos políticos.
Si haciéramos una rápida encuesta entre los editores de prensa con respecto del futuro del periodismo, la gran mayoría apostaría por los dispositivos móviles y sobre todo por el iPad. Están impresionados por las ventas masivas de dispositivos de ese tipo y todos los diarios del mundo quieren estar presentes en esos aparatos.
Las previsiones de Apple son escalofriantes e indican que en el año 2010 se habrán vendido más de 11 millones de tabletas en todo el mundo. Las estimaciones para el año 2011 indican que se llegará a los 28 millones de unidades.
Sin embargo, todos ellos viven un espejismo y se niegan a reconocer la verdad: nunca volveran a vender prensa hasta que no dejen de mentir y de ser cómplices de los gobiernos y de los políticos, que son los que les pagan las facturas de publicidad, a cambio de sometimiento, mentiras y manipulaciones que los ciudadanos no soportan ni perdonan.
La solución del problema no está en el Ipad, ni en los teléfonos móviles, sino en la recuperación de los viejos valores que hicieron grande el periodismo: la independencia, la verdad, la fiscalización del poder y la alianza entre prensa libres y ciudadanos, valores todos ellos dinamitados por unos medios que se han entregado en cuerpo y alma al poder y que han convertido las redacciones en plantas donde trabajan policías del pensamiento, en lugar de buscadores de la verdad.
Como auténticos imbéciles, los gurús de la prensa mundial siguen cifrando sus esperanzas de resurrección en los nuevos dispositivos electrónicos portáticles. Todo con tal de no admitir que han perdido el favor de la audiencia porque han sido cobardes y han vendido la verdad, la independencia y hasta el alma a los políticos, convirtiendo al periodismo, que antes era considerado heroico por sus servicios a la democracia, en una profesión odiada por los ciudadanos, casi tan odiada y despreciada como la "casta" de los políticos, de la que son cómplices.