Alfonso Cano, líder de las FARC abatido por el Ejército de Colombia LUIS ACOSTA (AFP)
Juan Manuel Santos, presidente de Colombia.
Alfonso Cano, líder máximo de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia), el grupo guerrillero más antiguo de Latinoamérica, fue abatido en la tarde del viernes pasado por el Ejército colombiano. Cano cayó gravemente herido en un bombardeo, juntamente con su compañera sentimental. Fue recogido por varios miembros de su escolta e inició una fuga que finalmente se frustró. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, había pedido la desmovilización de las FARC, “de lo contrario, como hemos comprobado, terminarán o en una cárcel o en la tumba”. Poco después anunciaba la muerte de Alfonso Cano, como “el golpe más contundente a esta guerrilla en su historia”.
Manuel Santos confirmaba que “gente dentro de las FARC” ayudó a la “impecable” operación militar en la que murió “Alfonso Cano”, alias del jefe máximo de esa guerrilla. La operación “Odiseo”, compuesta por 890 soldados, 30 helicópteros y cinco aviones, se inició alrededor del 15 de octubre, con la colaboración de gente dentro de las FARC. “Así, nuestras Fuerzas Armadas fueron planeando lenta, pero de forma impecable”, agregó el gobernante durante una rueda de prensa. Y reiteró que “la puerta del diálogo no está cerrada con llave”, pero insistió en que las FARC, que cuentan todavía con más de 8.000 guerrilleros y con una veintena de secuestrados, deben dar muestras claras de paz y el cese del terrorismo. “Si nos muestran esa voluntad, ese diálogo podría darse. Mientras tanto, seguiremos insistiendo en el camino militar”. De esta forma sigue con la estrategia de puño de hierro con guante de seda que se puso en marcha con Uribe.
Con la muerte de Cano, las FARC sufren un severo golpe militar y pierden a su pilar ideológico. “Sus posibilidades de maniobra –reconoce el ex presidente Andrés Pastrana– son ahora mínimas. Y la única salida es seguir el ejemplo de ETA y renunciar a las armas”. Pastrana conoció a Cano una década atrás, cuando gobierno y guerrilla realizaron los fracasados diálogos de paz del Caguán. El nombre real de Cano era Guillermo León Sáenz Vargas. Nació en un hogar de clase media en Bogotá, en 1948. Le encantaba jugar al fútbol en las calles de la ciudad, actividad que alternaba con sus actividades políticas. Cuando era joven, estudió antropología y derecho en la Universidad Nacional. Luego, formó parte de Juventudes Comunistas (JUCO), el espacio de formación de los nuevos cuadros del Partido Comunista. Y se fue integrando en las corrientes izquierdistas de la lucha armada. En Bogotá, fue detenido por repartir propaganda clandestina, invitando a la insurrección.
Tras seis meses de cárcel se enroló en las FARC y abandonó sus estudios, a punto de terminar. En la guerrilla, se destacó por su oratoria y coherencia en su discurso. Jacobo Arenas y “Tirofijo” le cedieron el honor de representarlos en las actividades más sensibles para las FARC, como los diálogos de paz. Al fracasar las negociaciones, se ganó la fama de débil dentro de un grupo que privilegiaba sin duda al más hábil disparando, secuestrando o lanzando bombas.
Durante casi medio siglo, tres hombres lograron imponer un liderazgo de hierro en la cúpula guerrilera: Jacobo Arenas, Pedro Antonio Marín, alias “Tirofijo”, y Alfonso Cano. A la muerte del primero, “Tirofijo” lo siguió arropando como su alumno predilecto, incluso por encima de “Jojoy”, que había hecho grandes méritos militares, al punto de tener al país en jaque. En 1999, las FARC tenían presencia en los 32 departamentos de Colombia y en los foros internacionales. El presidente Pastrana apostó por los diálogos en el Caguán (1999-2002), donde Cano volvió a emerger como el líder de las FARC. En septiembre de 2010, Jojoy, cabecilla de la infraestructura militar y de tráfico de drogas de la guerrilla, fue muerto en un bombardeo y Cano prosiguió su lucha, que terminó este viernes. Llevaba 30 de sus 63 años de vida en el seno del grupo armado. La muerte de Cano, el líder guerrillero que más había cuestionado desde siempre el uso de la cocaína como financiación, y el más proclive a la negociación, aleja a las FARC de la misma. La propia guerrilla anunciaba, en un comunicado emitido el sábado, que renunciaba a la desmovilización y hablaba de Cano como “el más ferviente convencido de la necesidad de la solución política y la paz”. Ahora descarta desmovilizarse y busca sucesor en la jefatura.