Muere Philip Seymour Hoffman

Sabéis que detesto tener que abrir la semana con un In Memoriam. Y sabéis que detesto todavía más que la gente que hacía de este mundo un poco mejor, ya sea con su trabajo, con su forma de vida, o con su filosofía, muera. Y pudiendo hablar de la Convención del PP en la que se ha hablado sólo de economía y se ha dado la callada por respuesta en temas como la corrupción o al aborto, o pudiendo hablar de los ataques de patio de colegio que, una vez más, se han proferido en nuestro panorama político, prefiero hablar de él, porque sin duda, lo merece más.

Todo apunta a que el exceso de adicciones del actor Philip Seymour Hoffman le obligaron a mudarse, sin remedio, de su apartamento de Nueva York al otro barrio. Y es una pena, lo de las adicciones y lo de la mudanza, porque puede que fuera uno de los mejores actores de la actualidad. Yo todavían lo veo, grande y magnífico y poniéndome los pelos de punta, en la piel de mi también admirado Truman Capote, papel que le valió el Oscar en 2005. Así que además de lamentar su muerte, supongo que me queda el consuelo de poder disfrutar, hasta que nazca otro como él (si nace), del legado de sus películas.

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