(Dirigida por Francisco Lombardi – Perú 1977) Corre el año 1957 y el teniente Molfino (Gustavo Rodríguez) con sus hombres llevan un ataúd hacia una embarcación llamada “La América 1869”, ubicada en la orilla del Callao. Debe ser mediados de año, porque el cielo está gris. Muchos curiosos observan en el puerto chalaco lo que viene aconteciendo. La embarcación inicia su rumbo hacia la Isla de El Frontón. Por aquellos años esa isla es utilizada como una prisión.
Echenique (Jorge Rodríguez Paz) es el director de la prisión, un tipo de carácter duro. La mujer de Echenique (Sylvia Gálvez) es una hembra de caderas anchas y de buen ver (en el pasado ella ha sido bailarina). Los militares que cuidan la prisión se deleitan con mirarla, así como lo deben hacer los choros y toda la lacra cuando la ven caminar. A la mujer de Echenique le gusta escuchar en la radio la música de moda, desde un mambo hasta un bolero de Daniel Santos como “En el juego de la vida”.
Se hace de noche y Echenique prepara el lugar donde al amanecer siguiente se va llevar a cabo un fusilamiento. El teniente Molfino llega a la Isla, hace una inspección del lugar a donde va llevar su pelotón al día siguiente y luego visita al Monstruo (William Moreno). Ambos se miran, mantienen un largo silencio hasta que Molfino le pregunta si necesita algo. El Monstruo sólo le responde: Usted me va matar ¿no?. Usted va fusilarme con el pelotón.
Molfino se retira medio mortificado.
Mientras tanto una nueva embarcación “El Titanic Callao” está por llegar a la Isla con personalidades muy importantes como el Director General de Justicia, El Juez con su escribano, el médico forense, entre otros. Estos hombres llegan a la Isla y de inmediato van a hospedarse a la vivienda de Echenique. La mujer los recibe con mucho coqueteo, los hombres sonríen y al rato están rajando de ella. Quien se la ha comido antes y quien no. Cuando llega Echenique, cambian el rumbo de la conversación y se ponen serios para hablar del asunto de la mañana siguiente. Echenique les dice a las autoridades:
Echenique: El Monstruo es un cínico que repite que es inocente. Aquí viene lo peor de la sociedad. Todos los degenerados, la peor gente de los tugurios, la zambería más podrida de los bajos fondos. En fin, lo más bajo viene a terminar su vida en esta isla y yo podría estar acostumbrado a la maldad, pero no. Eso si, los conozco a la primera mirada. Y señores, como el monstruo nunca he visto a nadie.
Echenique: La ventaja de esta isla es que de aquí nadie se escapa. No valen túneles ni sogas. Algunos trataron de fugarse a nado y se ahogaron, la corriente los arrastra mar afuera o contra las rocas. La parte posterior de la isla es ufff unas olas enormes y puro precipicio.
Las autoridades le dicen que el fusilamiento es importante para frenar la racha de violaciones de niños. Cuando se sientan a la mesa para la cena, las autoridades comentan el crimen del Monstruo. Que un turronero fue el único testigo. Que el monstruo confeso su delito y reconstituyo los hechos del crimen. Que en la cueva fue cometida su monstruosidad. Una de las autoridades tiene dudas de cómo se llevo el proceso. El juez le resuelve sus dudas con cierta inseguridad.
Las horas pasan y los invitados en vez de descansar, se dedican a tomar licor. El teniente Molfino va en busca del Monstruo con los primeros signos del amanecer. El monstruo le dice a Molfino unas palabras que lo dejan impresionado y justo en unos minutos más va ocurrir el fusilamiento.
Lombardi en su primera cinta ya nos va mostrando su interés por contarnos historias basadas en hechos reales acontecidos en el Perú a lo largo de su etapa republicana. Los diálogos de las autoridades son la carnecita del filme. Para destacar la actuación de Jorge Rodríguez Paz, a quien veremos luego en casi todos las cintas de Lombardi. Para mí su mejor participación, en “Bajo la piel”, mi película peruana predilecta.http://observandocineperuano.blogspot.com/feeds/posts/default