(ó Agonía en Baja Resolución)
Por Daniel Dannery.
Leyendo la crítica de algunos dinosaurios del medio cinematográfico de Venezuela, uno no puede sino pensar en una renovación, no del cine, que ya ha dado sus pasos bien pisados en la actual cartelera nacional, sino del análisis cinematográfico, que clama incesantemente por una renovación, una voz que deje de ser tan complaciente y amiguera.
Me lo comentó una vez un estudioso del tema “En Venezuela no hay crítica”, en primer lugar creo que la crítica no se había dado del todo por la escasa producción, pero a una década ya por finalizar, es obvio que esto comienza a cambiar, ya sea por esos textos petulantes de algunos hombres de corbata, o por los comentarios críticos que cualquiera se puede encontrar al visitar un blog.
“Muerte en Alto Contraste” no es correcta, no es redonda, no se destacan ni la dirección de fotografía, ni la de arte, ni la música, ni las actuaciones, ni el sonido, ni el montaje; como alguien escribió por ahí. Como dijo el presidente Mexicano Luis Echeverría por allá en los 70: “Sino, Todo Contrario”.
Carece de gusto, de concepto, de lógica. Sí, “Las caras del diablo” se arropa en su mal justificada carencia de dinero, “Muerte en alto contraste” logra el mismo resultado sin la improvisación y con todos los recursos.
Bolívar retorna a un campo del que pareciese, ya no se siente del todo cómodo, lo que había logrado con “Homicidio Culposo” lo destroza con los pies, en este Thriller Policial con subtexto político.
Más de una década ha pasado desde que este realizador pudo ver estrenada una película, con la cual no le fue del todo bien: “Rosa de Francia”. Y uno se pregunta qué fue de aquel hombre que logró planos tan hermosos en “El Pez Que Fuma” (DP) o de aquel que se tomó de un argumento tan patético (En buen sentido) en “Domingo de resurrección”.
Obviamente el cine de este realizador ha envejecido muy mal, pero en estas muestras, uno se encuentra aún con detalles que a pesar de todo te dejan un gusto, de no muy mal sabor.
Mirar al pasado a veces se convierte en una pedantería o en una muestra de resistencia al cambio, pero en el caso de Bolívar es casi obligatorio hacerlo, de la misma forma pasa con Chalbaud, De Pedro, entre otros. Pues son ellos los que nos han legado una cultura cinematográfica, aunque en el futuro, no les vaya del todo bien.
Es difícil encontrarse con material como este, en el sentido de que uno como comentarista, no sabe por dónde empezar, o qué hablar. Y es que todo merece su tiempo, su análisis o al menos una lupa cuidadosa, para cuidarse de no decir cualquier barbaridad y no quedar mal, pero vamos, que si fueron capaces de estrenar cosas como “Des-Autorizados” o “Amorcito Corazón” y hacer que gente, haya ido al cine a verlas, y pagar por ellas, creo que yo podría decir cualquier cosa aquí y estaría libre de todo pecado, y al menos se ahorran un dinero.
Hay que estar claros que aunque la RAE le haya quitado la tilde a la palabra “Solo”, puedo decir que SOLO uno puede ver una película como ésta y aguantarla con mucha fuerza de voluntad y fe. En ambos sentidos.
Un conflicto claro presenta el guión firmado por Los Varela y Bolívar, una venganza que se a venido alimentando por 20 años, tras una masacre causada por motivaciones políticas. El personaje de Wildpret, ha tenido el tiempo suficiente para armar un plan y así acabar con todos aquellos involucrados en la muerte de sus padres, y esto es lo que nos muestra la película, un hombre que debe terminar a como de lugar con una cúpula extrema que velaba ante sus propios intereses, mientras la lucha izquierdista de la época, intentaba lograr una batalla contra el gobierno de turno, entre las montañas y disfrazados de guerrilleros. Aquí tenemos el subtexto panfletario.
Más allá de esto, el argumento podría resultar interesante, pero no todo acaba aquí, el espectador debe ir descubriendo la fijación de nuestro personaje principal ante los encantos mal fotografiados de Norelys Rodríguez, el único personaje, con el que no se conecta el público, y si somos meticulosos, ni el mismo Wildpret se siente cómodo. Una historia colocada para vender, digo, un cuerpo y un rostro que aporta su nombre para lograr un éxito seguro en taquilla.
Al menos si uno sintiese que Rodríguez se la pasa bomba en cada escena, sentiríamos cierta simpatía por el personaje, y por la historia forzada de amor que empieza a nacer a medida que la trama avanza. Pero cada escena resulta tan risible y patética que da vergüenza quedarse sentando viendo como cada diálogo y emoción de cartón se va desbordando al visionarla.
Y la culpa no es de Rodríguez, sino de un personaje sin tridimensionalidad, mal dirigido, que no sabe como moverse dentro del espacio.
Su cuerpo se pierde entre el grano de la noche, ante una luz bucólica que emana de un baño, mientras uno se va deshaciendo en la butaca pensando ¿Cómo para qué? Si es que ni una teta. Y luego pasamos al contraluz, donde las figuras de ambos se besan, mientras en el fondo las camionetas de Sabana Grande captan más la atención, ante un diálogo mal digerido que dicta: Mejor empecemos aquí para evitar la incomodidad en la habitación. Si lo que querían era hacernos sentir incómodos, pues lo han logrado con creces.
Norelys Rodríguez se pierde en un mundo que no fue dibujado para ella, su personaje, carece de conexión, y me atrevo a decir, que las peores escenas de la película son protagonizadas por esta historia de amor. Para muestra, la escena del sushi, o esos planos de película erótica barata clase B, que se dejan ver ante las rendijas de un ventilador de techo ¿Dónde está la poesía del cuerpo ahí?
El personaje de Wildpret, va desbordando sufrimiento a medida que avanza la historia, y uno se pregunta si esa cara estática es una mezcla de “Elipsis” “Un lugar lejano” y “Des-autorizados”, y el personaje es un metatexto con piernas con lo cual el actor simplemente se está riendo de nosotros.
Es cierto que sus emociones varían mientras da vueltas por el piso a lo comando, o en la tradición de Seagal demuestra su flexibilidad pendiendo sobre los marcos de una puerta. Pero creo que el cambio gestual se debe, ante el esfuerzo físico que ameritan las escenas de acción.
Como te extraño Schwarzenegger.
Obviamente quien se roba los mejores minutos, en nuestro camino hacia la búsqueda del tiempo perdido es Juan Manuel La Guardia, el personaje más real, mejor actuado, aunque hierva por momentos en la sobreactuación. Un digno regreso para este actor, que estaba en vías de desaparecer de nuestro imaginario.
Un personaje que retrata la Venezolaneidad, y con el cual el público sufre la identificación correspondiente, y es que sino eres cómo el, al menos te le pareces o conoces de alguien similar.
Más allá que la venganza dentro de esta historia sea el conflicto real que mueve todos los hilos para que la trama vaya develándose, es en este Pepe Grillo moderno, donde recae toda la sustancia dramática de la cual debe estar conformado un personaje. Un pasado lejano y cercano bastante claro, un presente desolador y un futuro que no se vislumbra, y es ahí de dónde el personaje se engancha para intentar enmendar, lo que posiblemente no tenga solución.
El resto de los personajes son relleno puro, del mejor algodón y necesarios para el final. Algunos mejores que otros, otros particularmente estáticos.
“Muerte En Alto Contraste” define la primera película Ochentosa Venezolana grabada en pleno siglo XXI, su fotografía así lo define, noches azules al mejor estilo Monkey Island, escenas eróticas bañadas en el más tenue anaranjado rojizo, un grano en la imagen que nos hace recordar esas copias en VHS de la colección de la Cinemateca Nacional. Lo mismo podría hablarse de la dirección de arte, una apología al mal gusto, al peor, al barato. Al menos Malavé se sincera en sus escenas al mostrarnos las paredes sucias, y eso le da un tono realmente amateur. Pero aquí, un florero con cuatro flores artificiales rosadas, ante un fondo de persiana azul, en un Two Shoot de cafetín, nos habla acerca de que tan lejos está ésta película de ser realmente el magistral regreso de un cineasta.
Sin hablar claro, hasta de las fuentes usadas para tipografiar el título de la película. ¿Se acuerdan de esa serie tipo comando llamada “A-Team”? Cualquier coincidencia, es pura casualidad.
El montaje por momentos es correcto, en otros, simplemente ridiculiza más aun este nuevo formato de llevar “Crónica Policial” a la pantalla grande, abusando del efecto cromático y exponiéndolo ante un ojo que se pierde en una espiral, no como los créditos de “Vertigo”, sino como el agua que sigue su curso natural al bajar la palanca.
¿Quién fue el jurado del festival de cine de Mérida y Margarita? ¿En qué manos está el criterio estético, de lo fundamental del arte, en este país? ¿Todos los ácaros se han comido las famélicas hojas amarillas de las ediciones caseras de la “Critica del Juicio” de Kant? ¿O es que no había nada mejor que premiar, y en vez de declarar desierto tenían que resolver con lo hubiese?
Es una lastima que el regreso de Bolívar no fuese con bombos y platillos, aunque eso es lo que nos hagan creer, pero nosotros ya no nos dedicamos a chuparnos el dedo y bajar la cabeza cada vez que alguien dice que el Mesías del cine nacional va a llegar.
Igual el intento de “Muerte en Alto Contraste” de posicionarse ante los éxitos de este año, tiene su merito, aunque al diseñador del Poster, creo que no le pagaron lo suficiente.