Revista Opinión

Muerte en vida

Publicado el 28 junio 2011 por Manuelsegura @manuelsegura

Muerte en vida

La siempre mesurada columna periodística de Rosa Montero me condujo a buscar un texto psicológico que cita, en el que se habla del dolor de las despedidas. Me llego hasta él y leo cosas como ésta: “No hay nada que nos pertenezca, más allá de la responsabilidad de ser sus depositarios durante un tiempo. Todo pasa a través nuestro, pero sin posesión. Sin embargo, creemos lo contrario. Al ponerle corazón sellamos afectivamente todo con lo que nos relacionamos. Lo confundimos como nuestro y luego lo sufrimos dolorosamente al perderlo.”

Tal aseveración no sólo sería válida para cuando se nos marcha un ser querido, de forma y manera definitiva. Hay procesos en la vida en los que aplicar estas palabras se hace a veces tan o más duro que cuando existe una muerte de por medio. Una ruptura sentimental, pongamos por caso. Conseguir entender cómo se puede apagar una llama que, apenas meses antes, aún refulgía. O cómo se pasa del calor al frío sin estación intermedia. O del blanco al negro, sin los pertinentes tonos grisáceos.

Y como sigo leyendo el texto aludido, no me causa extrañeza darme de bruces con esto: “Por eso, algunas tradiciones espirituales contemplan el deseo de haber llegado a morir antes de que llegue la muerte.”  Seguro que todos conocemos ejemplos más que palmarios de gentes que arrojaron la toalla ante los reiterados reveses. Y es que superar el dolor por la desaparición de un ser querido puede llegar a ser tarea imposible. Mas lograr sortear el escalón por la pérdida de alguien a quien cualquier tarde de cualquier día te puedas tropezar a la vuelta de la esquina más insospechada, se me antoja tanto o más arduo. No sé si hablamos de lo mismo pero, para muchos, ese pudiera ser un atisbo de lo que otros llamarían una especie de muerte en vida.



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