En la lucha contra la desigualdad de oportunidades y salarios entre hombres y mujeres, se presenta como mayor prueba de injusticia que ellas ganan de media del 21 por ciento menos, pero no se añade que ellos tiene siempre trabajos más peligrosos y sacrificados, a los que rarísimamente la mujer solicita acceder.
El trabajo de la mujer, incluso en lugares que preconizan la igualdad, no suele darse donde se exige mayor sacrificio, como de marineros de cubierta en pesqueros, mineros picadores o peones de obra.
Esta semana fallecieron sepultados en Madrid dos obreros mientras trabajaban en la rehabilitación de un edificio, uno de 56 años, casado y padre de dos chicas, y otro de 42, casado y padre de una niña; trabajaban con ellos en la peligrosa obra más de una decena de varones.
Los bomberos que expusieron su vida tres días entre escombros buscando los cadáveres bajo el peligro de otros derrumbes eran varones, a pesar de que hay mujeres bombero que no participan en faenas que exigen poderosa constitución y gran esfuerzo físico.
En 2016, últimos datos de un año completo del Instituto Nacional de Estadística, se produjeron en España 566.235 accidentes de trabajo; de ellos el 69 por ciento afectaron a hombres y el 31 a mujeres.
Pero fallecieron un total de 629 personas, de las que los varones presentaron una incidencia de 6,06 muertos por cada 100.000 trabajadores, mientras que las mujeres fueron del 0,50, cifra que resultó, según el INE, “más de 12 veces superior en varones que en mujeres”.
Claro que si consideramos un trabajo exclusivo de la mujer el parto –por algo se dice “labor” en inglés--, en España fallecieron 15 en 2015, último año que recoge la estadística
------------
SALAS