Revista Cuba

Muerto el perro continua la rabia

Publicado el 04 diciembre 2016 por Yusnaby Pérez @yusnaby
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Aunque casi todo el país pudo rendirle pleitesía como parte de la caravana que lo llevó hasta el oriente cubano, Fidel Castro fue depositado en Santa Ifigenia a puertas cerradas. No hubo imágenes en directo, salvo las que ahora presentamos.

Las cenizas del dictador cubano fueron depositadas en Santiago de Cuba, en una especie de mausoleo que fue construido en secreto por el régimen.

La tumba es como especie de una gran roca, una piedra gigante, en cuyo núcleo descansa desde hoy el dictador cubano.

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Es sobria a pesar del abolengo con el que vivió el líder cubano hasta el momento de su muerte.

Según Raúl Castro, en sus palabras de cierre, del homenaje póstumo a Fidel, realizado en Santiago de Cuba en la noche de este sábado, a petición de Fidel ningún sitio de la isla llevará su nombre pues el dictador odiaba una de sus más sistemáticas practicas: el culto a la personalidad.

Por consiguiente, la Asamblea Nacional del Poder Popular, una marioneta del régimen en Cuba, convertirá en ley esta petición del cadáver, que después de muerto sigue dictando a los seudodiputados qué hacer y qué no en lo venidero.

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Resulta risible que se arremeta con cuerpo de ley desde la Asamblea Nacional el tema del culto a la personalidad, cuando se sabe a ciencia cierta, que esta manifestación es el alimento de los dictadores.

Un hecho que lo delata desde todas las aristas es el hecho de querer hacerle competencia a José Marti en el cementerio de Santa Ifigenia y colocarse a su altura. Por más de 60 años, Fidel se encargó de culpar a Martí de todos sus dislates y locuras.

Con información de EFE.

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