Lunes de esta semana, la peque tiene que ir con las uñas pintadas de negro al cole. Martes, debe llevar una camiseta de Halloween. Miércoles, imprescindible uno desayuno terrorífico. Jueves, cicatriz y arañas en la cara. Viernes: gran fiesta y, por supuesto, con un disfraz espectacular.
En estos días, también, un par de fiestas de cumpleaños, sí, de verdad, por supuesto ambientadas al más puro estilo del 31 de octubre. Pues todavía esto no se ha terminado, amigos y amigas, como bien sabéis. La gran traca será mañana, la verdadera noche de Halloween.
A pesar de este tono lastimero y quejica, sería muy lógico reprochármelo, queridos lectores. "¿Pero si en vuestras mismas páginas no dejáis de publicar artículos sobre el tema?" Y tenéis toda la razón del mundo. En muchas ocasiones, como diría el ínclito político al que no voy a mencionar, "tenemos que cabalgar con nuestras contradicciones".
Y en este caso, por primera y última vez, le daré la razón. Porque, aunque estas fiestas sean un auténtico desgaste para los padres -tengo que reconocer que las madres del cole de mi peque esas sí que se lo trabajan de verdad-, lo verdaderamente cierto es que los niños se lo pasan de escándalo durante estos festejos.
Toda la parafernalia de calaveras, brujas, zombis o esqueletos les divierte 'terriblemente'. Salvo algunos de los más pequeños, de 2 y 3 años que pueden llegar a asustarse (hasta damos unos consejos para estos casos en nuestra revista), a partir de los cuatro disfrutan como enanos. Los disfraces, la comida tuneada, las calabazas, los dulces y el famoso "truco o trato", les chiflan de verdad.
Al menos me consuelo con que solo queda la recta final. Merienda con los amiguitos disfrazados y luego la clásica peregrinación por las casas a recoger dulces. Una semana intensa pero que por fin, ya se acaba este lunes.
Lo malo es que dentro de unos días ya empiezan los prolegómenos de la Navidad. Esto solo ha sido un pequeño calentamiento. Os recuerdo lo que nos espera: Santa Claus, Nochebuena, Navidad, Nochevieja, Reyes Magos... Y las subsiguientes celebraciones, comidas, cenas, regalos y más regalos. Este panorama sí que es terrorífico. A ver como logramos, otro año, otro milagro, conciliar nuestras responsabilidades familiares con las laborales.
Ya veréis como en unas pocas semanas empieza el bombardeo de las navidades. Nosotros, no nos queda otro remedio, y como profesionales seremos cómplices de toda la liturgia que no parará en un mes y medio. Os informaremos continuamente de las actividades , planes y últimas novedades para hacer regalos. Como padres lo sufriremos igual que vosotros. Pero que gaitas, ellos se lo pasan bomba y nosotros, aunque agotados,...también.
Pues eso, ánimo, ¡qué Dios nos pille confesados!