Hoy toca sesión con el psiquiatra. Realmente no me puedo quejar del sistema público de salud. Me están atendiendo de maravilla, con un montón de especialistas distintos y cada uno más competente y profesional que el anterior. Aunque todos van un poco a lo suyo, más o menos se les nota el deseo de que me vaya lo mejor posible y se nota bastante empatía.
A mí me gusta ir al psiquiatra. Creo que lo necesito porque sobrellevar esta enfermedad es muy duro y él ayuda. Poder hablar con alguien de los sueños, o de los pensamientos que uno percibe al irse a dormir o de cómo se siente a un nivel más allá de lo físico es interesante y creo que aporta mucho al global del tratamiento. En este sentido hay que apuntar que siempre le pareció una idea estupenda esto del fotonauta (lo mismo que a la psicóloga), incluso incluyó un enlace desde su página porque cree que puede ayudar a otras personas en mi misma situación, incluso a parientes y amigos de pacientes.
La lucha contra el cáncer es una putada y abarca todos los frentes posibles. Hasta que no estás dentro no te das cuenta de lo que supone, como otras muchas cosas, pero en esta te juegas la vida. Y si encima es un cáncer como el mío, que no tiene cura, pues las posibilidades de desmoronarte son enormes. Por suerte yo estoy siendo fuerte, sacando las fuerzas no sé de dónde y no necesito pastillas salvo unas muy suaves para dormir, pero en esta situación no me extraña ni un pelo que a cualquiera se le vaya la cabeza totalmente porque es un equilibrio demasiado precario y son emociones demasiado fuertes.
Menos mal que ahí están los profesionales, cada uno en su área. Aunque no me curen, por lo menos están intentando que mi vida sea lo más llevadera posible. Sin ellos creo que ya estaría muerto o loco, una de las dos.
Y la verdad es que no apetece ninguna.