Mujer bajando una escalera
Die Frau auf der Treppe
Bernhard Schlink
Traducción: Txaro Santoro
Anagrama
248 páginas
El abogado protagonista contempla en un museo un cuadro de una mujer que baja una escalera. Décadas atrás, cuando era joven, llevó el caso del autor de la pintura que litigiaba contra el dueño. Eso le hace recordar a la mujer retratada en la obra, esposa del millonario que encargó el cuadro y amante del pintor.
Argumento (algún spoiler):
Aunque esta novela no me ha parecido una obra maestra de la literatura, lo cierto es que me ha entretenido lo suficiente para no considerar su lectura como una pérdida de tiempo. Tampoco carece de valor literario. Con una prosa sencilla, pero de buena calidad, elegante, el autor narra en primera persona una historia en dos épocas que tiene mucho de nostálgica y bastante de triste.
La estructura me ha recordado un poco a la obra del mismo autor "El Lector", en tanto en cuanto trata de la relación de un hombre joven con una mujer que lo utiliza para sus fines, y a la que se vuelve a encontrar años después, cuando ya la edad ha hecho mella en ambos y los sentimientos de pasión dejan de existir. En ambos casos, la mujer tiene el mismo final. Y según recuerdo, también en las dos el protagonista masculino es abogado.
En este caso, la contemplación de un cuadro evoca en el protagonista el recuerdo de un caso de juventud en su bufete que involucraba un curioso triángulo amoroso: un pintor, un millonario y la esposa de este, la cual manipula al abogado para hacerse con el cuadro en litigio mediante una artimaña ilegal. Podría decirse que tal y como la recuerda el protagonista podría ser el retrato típico de la mujer fatal y usa sus encantos para lograr sus propósitos. En esta parte quedan de manifiesto la gran ingenuidad del joven abogado y sus fantasías amorosas y aventureras. Y la frivolidad de los hombres en pugna por la posesión de la mujer y el cuadro, casi equiparados como objetos bellos.
Al aparecer el cuadro después de décadas desaparecido, el abogado decide buscar a la mujer del retrato, ya envejecida y enferma, oculta en una isla donde tiene una existencia casi hippie. El autor contrapone, como pasaba en "El Lector" el recuerdo idealizado de ese amor de juventud y los sueños de la vida que podría haber sido, con la cruda realidad del deterioro físico. Es en esta parte donde se nos hace conocer la verdadera personalidad de Irene, la mujer del retrato, de su vida después del asunto del cuadro, de sus aventuras por el mundo y de su filosofía. También su enfermedad mortal, que marca del todo la segunda parte de la novela.
Lo cierto es que la primera parte, con la rocambolesca historia del cuadro y del triángulo o cuadrángulo amoroso no me hizo mucha gracia, no solo por la temática sino también por ser bastante previsible en su resolución. Ha sido la segunda parte la que me ha reconciliado un poco con la obra, ya que, a pesar de su parecido esencial con la mencionada "El lector", afloran sentimientos y emociones más humanos, y se tocan temas un poco más profundos, como el sentido del arte, la muerte, las oportunidades perdidas en la vida, las ilusiones vanas de la juventud, la fugacidad de las pasiones, de la belleza humana, contrapuesta a la mayor duración de la belleza artística... Sin embargo, resultan difíciles de creer algunos hechos, como la dedicación del abogado a esta mujer moribunda que apenas conoce... El final es bastante melancólico, aunque no me ha parecido en exceso sensiblero pese a reflejar con tanto detalle la agonía.
En resumen, una obra en la línea del autor, fácil de leer, ligera a pesar de las temáticas que toca, que podría haber sido mejor pero que tampoco es desdeñable. Al final te queda la sensación de que podría haber ido más allá en algunos aspectos para alcanzar un nivel literario superior, pero bueno, viendo lo que hay por ahí... no es una mala lectura.
¿Qué te ha parecido la reseña? ¿Te apetece leer este libro? ¿Ya lo has leído? (Los comentarios están moderados con lo cual tardan un poco en salir. Gracias por tu opinión)