El título de este artículo tiene el fundamento claro de luchar, o dicho de otro modo, de reivindicar una idea. Pero es importante matizar, la construcción del título tiene la finalidad de que esta idea se lance con mucha fuerza y coja alta velocidad. Pero antes, una previa: nuestra concepción mental ha generado un pensamiento automático basado en que las mujeres se deben depilar. La asociación es clara, y el mensaje es tan fuerte que incluso queda sometido en el ámbito de la inconsciencia.
Recuerdo un día las palabras de una amiga: “Hoy no puedo ir a la playa, porque aún no he podido depilarme.” La frase textual deriva a que el inconsciente de mi amiga operaba para trasladarle que el requisito previo para ir a la playa era depilarse. Así pues, este hecho no dejar de ser una esclavitud que tiene origen en una construcción social, y por lo tanto, modificable.
Es curioso como llama la atención al ser humano aquello que escapa de lo ordinario. En algunos medios de comunicación se acaba de publicar una noticia novedosa. Por ejemplo, en el Mundo se titula: El primer anuncio de depilación en el que aparece vello facial y corporal es tan lógico que resulta revolucionario. La combinación lógico-revolucionario podría calificarse como parcialmente un oxímoron. Parece evidente que lo lógico no debería ser revolucionario, y por lo tanto, lo lógico debería actuar o situarse en el ámbito de la ordinariedad. No obstante, esto no siempre es cierto. Por eso corresponde preceder a la palabra “oxímoron” la de “parcial”.
En cualquier caso, este anuncio mostrando el vello facial y corporal en los cuerpos femeninos resulta positivo para la libertad de las mujeres. Y sí, aunque la libertad tiene múltiples campos de actuación, la correspondiente a tomar decisiones con una influencia social mucho menor también supone ganar una batalla en el terreno de la autonomía.
Este anuncio supone un primer acto que rompe con la concepción tradicional, quebrando la asociación mujer-depilación. Lo relevante es que se utiliza un instrumento -un anuncio televisivo- que tiene capacidad de difusión, y en consecuencia, el recorrido es probable que sea mucho mayor al de, a modo de ejemplo, una conferencia sobre la temática. De la misma manera, el hecho de que determinados medios de comunicación hayan publicado la noticia supone de nuevo incrementar el vuelo de la noticia.
Asimismo, habitualmente los anuncios de televisión muestran justamente la imagen contraria: la mujer depilada como uno de los requisitos para adquirir su plenitud de belleza. Así pues, lo fundamental de todo esto es que se utiliza el mismo instrumento que hasta ahora ha fomentado la imagen contraria, y contra la cual hay que luchar y hacer las reivindicaciones necesarias.
En conclusión, la asociación mujer-depilación debe ser combatida con argumentos. La pregunta es: ¿Cómo llegar al máximo de personas? La respuesta puede ser muy amplia, pero utilizar los anuncios televisivos precisamente para contrarrestar lo que desde ese instrumento se ha fomentado durante tantos años es una primera batalla ganada. ¡La guerra continuará!