De vez en cuando hojeo mi diccionario María Moliner de “Etimologías esenciales de la lengua española” que tengo en la mesilla y me quedo atrapado en las palabras, en su escritura y en su inteligencia.Antes de empezar con María Moliner hay que aclarar que esta mujer es algo excepcional, antes de escribir su Diccionario ya era una mujer increíble, solo el haber estudiado una carrera universitaria en su época con magníficas calificaciones ya la hace destacar, pero es que además desde los doce años ayudaba económicamente en su casa dando clases particulares, su padre les abandonó a ella a su madre y a sus dos hermanos cuando ella tenía esa edad.María se sacó el bachillerato por libre, sin asistir a clases y en dos cursos el 1911-1912 y en el 1915-1916 no pudo matricularse en ninguna asignatura. Estos años coincidieron con la marcha de su padre y el traslado desde Madrid a su región natal Aragón.Bibliotecaria y licenciada en Historia por la Facultad de Filosofía y Letras, colaboradora desde los dieciséis años en el Estudio de Filología de Aragón y como se ha sabido después, nunca por ella misma que era muy discreta, en la corrección del diccionario de la RAE. Fue además una las primeras personasestudiosas del aragonés y del catalán y leía en francés, inglés y alemán.Imagen de Instituto CervantesTuvo cinco hijos de los cuales el primero, una niña, murió siendo muy pequeña. Acabada la guerra civil su marido fue depurado y se quedó sin su cátedra en física y por tanto sin puesto de trabajo por lo que se hundió anímicamente. Ella, tras ser acusada de “roja “ fue degradada en el escalafón, lo que tuvo como consecuencia una importante reducción de sueldo. Parece ser que lo que le salvó de tan grave acusación fue el apoyo de sus amigos conservadores y el testimonio de sus vecinos que tenían hermanos curas y a los que el matrimonio Moliner había protegido durante la guerra de los “descontrolados”.María se puso nuevamente al frente de su familia a la que volvió a sacar adelante con su trabajo, e incluso pasado un tiempo fue a hablar con el tribunal que le había degradado para solicitar que restituyeran a su marido en su puesto, cosa que consiguió en otro alarde de gran valor e inteligencia.Cuando la situación de su familia mejoró se puso a elaborar su diccionario, quince años trabajando un total de quince horas diarias. Su diccionario, que tiene el doble de extensión que el de la Real Academia de la Lengua, se diferencia de este y de los anteriores en que rompe los círculos viciosos que todos hemos experimentado al usar alguno de ellos y que nos llevan como ella decía “de tonto a bobo y de bobo a tonto sin explicar una palabra” y además explica no una sino todas las palabras de forma clara y comprensible para los hablantes. Moliner siempre intentó llevar la cultura al pueblo, lo que sin duda es otro mérito más en su larga cuenta de estos.
María Moliner en palabras de Gabriel García Márquez “Hizo una proeza con muy pocos precedentes, escribió sola, en su casa, con su propia mano, el diccionario más útil, más acucioso y más divertido de la lengua española”.Quizá esto fue lo que años más tarde, en 1972,le cerró las puertas de la Real Academia de la Lengua. Los académicos utilizaban el diccionario de María Moliner pero parece que no podían aguantar que una mujer sola hubiera hecho en quince años lo que la Academia y todos sus académicos no había hecho en doscientos. Moliner decía a sus hijos “Si un hombre hubiera hecho este diccionario dirían: este hombre ¿Por qué no está en la academia?” Yo añadiría también que si hubiera sido madrileña o catalana se le hubiera reconocido como merece y la tendríamos hasta en la sopa.
María Moliner siguió trabajando en su obra hasta que ya no pudo escribir y murió en el año 1981. Es nuestra coetánea y debemos ponerla en el lugar que le corresponde, como dice Hortensia Bua Martín autora del estupendo libro “María Moliner: La Luz de las Palabras" en el que me he documentado, “Fue la primera pensadora de las letras españolas” y además, diría yo, una sabia en el sentido más amplio de la palabra.