Mujeres en la niebla

Referentes femeninos (IV)

La primera mujer que tengo constancia de que se convirtió en un referente en mi tierna infancia fue Dian Fossey. Finalizaba la década de los ochenta del siglo pasado y una película, Gorilas en la Niebla, me decía que una mujer sola se había dedicado a investigar a unos gigantescos animales en África. Me enamoré de esa fortaleza y capacidad para empatizar con los gorilas. Lloré con su final y desarrollé un especial rencor a los cazadores furtivos, delincuentes que el mundo sigue fomentando a golpe de interés económico e ignorancia. Años después conseguí el libro que Fossey escribió sobre su experiencia, y que dio lugar a la película, y pude disfrutar aún más de esta señora que aprovechó la condición de bruja que le atribuyeron al conseguir acercarse a los gorilas, para intentar protegerlos. Para nuestra desgracia pagó con su vida su amor por el conocimiento y por su familia de simios.

De ahí pasé a descubrir a Jane Goodall, otra mujer con los objetivos muy claros, que derribó barreras de género. Kenia y Tanzania fueron los países en los que comenzó a estudiar a los chimpancés. Desde sus inicios como investigadora mostró una empatía especial hacia los animales que fue criticada por una parte del ámbito científico de la época. Hoy, Goodall es reconocida por investigadores y por la sociedad, convertida en un referente en la defensa de la Naturaleza y de los animales, en especial, como no podía ser de otra forma, de sus queridos chimpancés. Para mí, Jane Goodall es un referente del amor a los seres vivos y un ejemplo, al continuar, con sus 86 años, mostrando el mundo, en sus vídeos, con sentido del humor, los pasos equivocados que sigue dando el ser humano en contra de su propio ecosistema. Tras el vídeo viral en el que Goodall se despedía de la chimpancé Wounda, yo me la imagino siempre así, abrazada a un animal, demostrando que el amor no sabe de especies y que la vida es capaz de brillar cuando se da un abrazo de verdad.