Revista Cultura y Ocio

Mujeres escritoras olvidadas

Por Mayriel

Hoy he decidido copiar un articulo sobre escritoras españolas que estan en el olvido y merece la pena recordar.

El articulo es de librópatas.com y me pareció muy interesante

Las escritoras españolas de principios del siglo XX han sido muy olvidadas en la lista de lecturas que todos solemos realizar o recomendar, aunque muchas de ellas merecen mucho más que quedarse para guardar polvo en el fondo de las bibliotecas, aunque solo sea por lo complicado que era en su momento ser escritora (y más aún vivir más o menos de ello).

Le preguntamos a Isabel Lizarraga, la autora de Cándida, una novela que recupera los comienzos del feminismo en España, a quién de las mujeres pioneras de aquel período le gustaría que se recuperase a día de hoy. “Hoy ya son bastante conocidas María Lejárraga, Clara Campoamor o Carmen de Burgos, pero a mí me gustaría que se conociera más a María de Lluria, a la marquesa del Ter o a Celsia Regis”, nos dice por mail. María de Lluria fue una de las primeras feministas de España (la marquesa roja, se la llamaba), como la marquesa de Ter. En realidad se llamaba Lilly Rose Schenrich, tenía orígenes extranjeros y estaba casada con un aristócrata español que había sido diplomático y fue una de las fundadoras de una de las primeras organizaciones feministas de España.

Pero como lo nuestro es leer, aquí van algunas escritoras españolas olvidadas de hace 100 años que podrías recuperar (y hasta que las editoriales no se lancen a la reedición, siempre te quedará la biblioteca para ello). No están todas (aunque algunas, como Carmen de Burgos, que fue la primera autora en aparecer en la lista de libros prohibidos creada en 1939 tras las Guerra Civil bien podrían), pero siempre podremos hacer otra lista o añadir más en los comentarios.

– Sofía Casanova. Casanova tiene una vida más novelesca que sus obras (en algunas de sus obras de ficción se pueden encontrar ecos de su vida real, así que siempre se puede decir que la verdad supera a la ficción) y una interesante carrera como escritora. A Carmen de Burgos, Colombine, se la considera la primera corresponsal de guerra de la historia de España, puesto que estuvo cubriendo desde Melilla la guerra de Marruecos en 1909, pero Sofía Casanova fue la primera que dedicó tanto tiempo a la tarea. Cubrió primero la I Guerra Mundial y luego la Revolución Rusa para el periódico ABC.

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Sofía Casanova era la hija primogénita de un matrimonio gallego. Su padre abandonó a la familia cuando ella y sus dos hermanos eran pequeños y su madre tuvo que trabajar duro para asegurarles la subsistencia (se dedicaba, entre otras cosas, a vender huevos ¡a Inglaterra! desde A Coruña). Aunque estaba bien conectada (la familia era más o menos aristocrática) no tenían fortuna. Sofía fue presentada en Madrid y entró en contacto con la corte, como nos cuenta Rosario Martínez en la biografía más completa que se ha escrito sobre la escritora, y allí conoció a un intelectual polaco, que además (eso Sofía no lo sabía) tenía cierta vocación de iluminado (pensaba que teniendo un hijo varón sería el padre del salvador de Polonia, que entonces era un lugar repartido entre tres países: él y Sofía solo tuvieron hijas). El matrimonio fue muy infeliz y la culta Sofía empezó a escribir.

Primero fueron novelas, luego periodismo. Su nombre era muy popular en los años 20 y publicaba – bastante – en las colecciones de novela corta que estaban de moda entonces. Hoy en día está muy olvidada (y la política tiene quizás un poco de culpa), aunque aún se pueden encontrar sus crónicas de la Revolución Rusa.

– Concha Espina. Si vivís en Madrid, Concha Espina será para vosotros una parada de metro. No, no lo neguéis. Pero detrás de ese nombre está una escritora. También tuvo que hacerse bastante a si misma y también fue increíblemente popular en su momento. Sus novelas no son tan emocionantes para el lector actual como pueden ser las de otras escritoras de la época (si leéis La virgen prudente, sobre una universitaria en la España de los años 20, quizás os sintáis un tanto indignados con lo que la escritora hace hacer o vivir a su protagonista) pero Espina debe estar en esta lista.

Era una de las autoras más populares de la época y muy, pero que muy leída. Tanto es así que un pueblo de Cantabria, que había usado en sus novelas como escenario bajo el nombre falso de Luzmela, acabaría cambiándose oficialmente de nombre para ser llamado como en el mundo literario de Espina.

– Magda Donato.  Ya hemos hablando con anterioridad de Magda Donato y ya hemos dado razones por las que se debería recuperar a la escritora, pero nunca está de más recordarlas. La escritora, que ha sido ligeramente oscurecida por la historia por el peso de su hermana Margarita Nelken (una de las primeras diputadas de la historia de España), fue una brillante periodista. Renacimiento ha reeditado hace poco sus reportajes vividos, que son fascinantes (se infiltraba en aquellos lugares sobre los que quería hablar y así, durante los años 30, fue loca en un manicomio, pobre de solemnidad en un comedor social, secretaria de un adivino o presa en una cárcel) y tremendamente modernos.

No es la única obra de Magda Donato que podéis encontrar en una librería. No hace mucho se han reeditado los artículos que durante 1930 publicó sobre la situación de la mujer en España, . Se recorrió la geografía española descubriendo cómo vivían las mujeres. Donato también escribía literatura infantil (mega popular en su momento) y ficción para adultos. Una de sus novelas cortas, La carabina, fue incluida en la antología de novela corta de escritoras españolas de principios de siglo que publicó Castalia en 1989 (y que es difícil de encontrar hoy en día: yo prácticamente lloré de alegría cuando tropecé con ella en Amazon). Es un texto lleno de ironía y una lectura que no ha envejecido, a pesar del tiempo que nos separa (y los intereses tan diferentes).

Y sí, posiblemente el próximo paso que debería dar la redacción de Librópatas será que montemos un grupo en Facebook de fans de Magda Donato.

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– María Lejárraga. También conocida como María Martínez Sierra. Lejárraga fue una de las fundadoras del feminismo en España y también uno de los más claros ejemplos de lo que ha sucedido a lo largo de tantos siglos (marido escritor que expolia la obra de su mujer…) En este caso, el expolio fue más o menos consentido. Ella creía que las obras de ficción que escribía con marcados mensajes feministas entrarían mejor si era su marido, Gregorio Martínez Sierra, quien las firmaba. Pero si buscáis en alguna tienda online las películas que se han hecho a posterioridad basadas en sus obras, seguiréis encontrando que están basadas en obras de Gregorio Martínez Sierra.

Que era María quien escribía y no Gregorio no se supo – para todo el mundo – hasta que en los 80 dos expertas universitarias lo demostraron. Gregorio Martínez Sierra había firmado antes de morir un papel señalando que su esposa había sido coautora de sus obras, aunque la investigación académica ha demostrado que ella era la autora al completo de las obras de teatro que él firmaba y que fueron un tremendo éxito de público en su momento. Encontrar la obra de María Lejárraga hoy en día es más que complicado, aunque la propia escritora se ha convertido en personaje de ficción. Aparece en Cándida y es la novela Palabras insensatas que tú comprenderás

, de Salvador Compán, editada por Almuzarra.

– Federica Montseny. Federica Montseny ha entrado en todos los libros de historia por dos razones: era uno de los nombres clave del anarquismo español de principios de siglo y fue la primera mujer en ser nombrada ministra en España. Lo fue durante la Guerra Civil y fue además una pionera en crear leyes para asuntos como, por ejemplo, el aborto. Pero Federica Montseny, antes de ser ministra, fue escritora.

Su biografía resumida aparece en Mujeres olvidadas

, de Antonina Rodrigo (editado por La Esfera de los Libros). Nació en el seno de una familia anarquista y sus padres eran editores de medios libertarios. Federica Montseny también acabaría publicando en esos medios (en los años 20 publicó unos 150 artículos)  y escribiendo novelas anarquistas (así podríamos llamarlas) que se publicaban en colecciones de novela corta (muy de moda en los años 20) especializadas. Por supuesto esta literatura social le servía para explorar los temas que marcaban su compromiso político, como nos cuenta Rodrigo, como por ejemplo la libertad sexual de la mujer o el compromiso anarquista.

Montseny es también una de las escritoras que aparecen en Novelas breves de escritoras españolas de Castalia, con una novela breve sobre la Revolución de Asturias del 34, Heroínas.  El tema es bastante interesante (porque además se narra desde el punto de vista de una mujer anarquista) pero para los lectores actuales resulta un poco más duro que para los del momento (y menos emocionante) leer novelas escritas por y con ideología.

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