Revista Sociedad

Mujeres inmigrantes, cuando trabajar en su profesión se hace difícil

Por Glenny

Mujeres inmigrantes, cuando trabajar en su profesión se hace difícil Al celebrarse este 8 de marzo, el “Día Internacional de la Mujer” o de la “Mujer Trabajadora” creo necesario hablar de un tema que pocas veces se menciona, o por lo menos, yo no he visto que ocupe alguna portada en los medios de comunicación de España, y aunque posiblemente ha sido cuestión de debate por parte de algunas ONGs, creo que todavía hay mucho por hacer y de qué dialogar.
Se trata de la “mujer inmigrante profesional”. Hablo de aquella joven que en su país de origen sacrificó valiosos años de su vida para prepararse intelectualmente con una carrera universitaria, para llegar a ocupar un puesto importante en la sociedad.
Este es un tema que comenzó a preocuparme a raíz de iniciar la aventura de venir a residir a Madrid, España. De ser periodista con un buen puesto de trabajo en un periódico, aunque mal pagada, pasé a ser una trabajadora doméstica, canguro, cuidadora de ancianos/as, camarera, etc.
Ninguno de estos empleos es denigrante y son numerosas las mujeres que hoy en día se ganan el sustento de su familia por esta vía. Pero, es mucha la impotencia que se siente cuando te ves sola, sin amigos o amigas que te ayuden a conseguir un puesto de trabajo acorde a lo estudiado o simplemente, un puesto que requiera hasta un mínimo de cualificación.
Hace unos meses, leí un reportaje donde se narraba la historia de una brasileña en Dinamarca, la cual tras varios años de no trabajar en su carrera tomó una iniciativa que la llevó a conocer una institución llamada Kvinfo que se encarga de orientar a la mujer inmigrante profesional hasta ayudarla a colocarse al mercado laboral en lo que ha estudiado.
Me sentí tan identificada con esta historia y fue tanta mi reflexión, que tras comentarla con personas allegadas y que gozan de mi confianza, tomé la decisión de escribir una carta a la Vicepresidenta Primera, María Teresa Fernández de la Vega, y al Presidente José Luis Rodríguez Zapatero, respectivamente, para hablarle de la importancia de que en este país las inmigrantes tuviéramos una oportunidad como ésta y se creara una institución con este fin.
Mujeres inmigrantes, cuando trabajar en su profesión se hace difícil Aunque recibí respuesta de ambas partes, hasta el momento las correspondencias no han cumplido con su cometido, ya que la propuesta fue reenviada al ministerio correspondiente: Inmigración, por lo que no hay que perder la esperanza de que un día sea tomada en consideración.
De existir una entidad para estos fines, muchas inmigrantes, -y porque no incluir también a los extranjeros con cualificación profesional- viviríamos la experiencia de estar en este país de una forma mucho más amena y nos sentiríamos menos discriminados, al ver que “las puertas” hacia el desarrollo no están cerradas y que tenemos las mismas oportunidades profesionales que los demás.
¿Qué mujer inmigrante no se ha sentido “invisible” alguna vez en el país de acogida?
Hoy en día son muchas las mujeres extranjeras que gozan de buen estatus social y que ocupan puestos de importancia en empresas públicas y privadas, no obstante, han sido muchos los obstáculos que han tenido que vencer. A este grupo también se suman la que han tenido la situación algo más fácil gracias a la ayuda de un tercero
Pero, ¿Qué pasan con aquéllas que no conocen a nadie o que su entorno es muy limitado? Sin lugar a dudas, es mucha la lucha; son diversas las puertas que se tocan y no se abren, pocos los contactos...
De ahí que muchas mujeres se sientan “invisibles” ante los ojos de quiénes quizás pueden hacer algo más para ayudar a dinamizar e integrar a un colectivo, al que no le resulta nada fácil haber dejado todo lo que tenía en su país de origen para emprender una nueva vida en otra nación, aunque ¡claro! nadie es responsable de las decisiones de los demás.
Siento que ya es hora, de que las “mujeres inmigrantes profesionales”, sirvamos para laborar en algo más que no sea: limpiar casas, oficinas u otras actividades en la que no es necesaria la preparación que obtuvimos en nuestros países, sino que entre todos busquemos la forma de que estas féminas se sientan más incluidas en la sociedad en la que vivimos y también sirvan para aportar sus conocimientos y trabajar para el desarrollo de la misma.
La historia de la brasileña Vanessa de Oliveira en Dinamarca

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