Revista Cultura y Ocio

Mujeres inmortales: Hipatia de Alejandría

Por Joaquintoledo

Mujeres inmortales: Hipatia de Alejandría

Primeros años y juventud
A lo largo de la historia la mujer siempre se ha visto relegada de casi todas las actividades humanas, pues era considerado un ser meramente decorativo y que servía para la reproducción de la especie, eternamente confinada y destinada a las tareas del hogar. Las excepciones quizá la podemos ver por el lado de las soberanas o reinas, desde Cleopatra VII hasta Isabel la católica e Isabel de Inglaterra. Empero uno de los campos donde la mujer tenía bloqueado el ingreso era el mundo intelectual, pues prácticamente era imperdonable que una fémina se entrometiera en el ámbito del conocimiento.

Ya en Grecia algunos filósofos reconocidos aceptaban a regañadientes miembros mujeres, y como sabemos en la historia antigua no se registran grandes exponentes femeninos. Ora porque las fuentes no recogen evidencia, ora porque sus obras se han perdido. Por ahí tenemos a Safo como única excepción. No obstante con la llegada del helenismo y la fundación de la más importante de todas las ciudades que fundó Alejandro Magno: Alejandría en el delta del Nilo, la producción cultural de la humanidad alcanzó niveles insospechados.

Hipatia nació en esta ciudad, pero cuando Roma ya era una gran potencia y dominaba al mundo. Según las diversas fuentes o bien su nacimiento data del 355 ó 370; algo que lamentablemente hasta el día de hoy no ha encontrado respuesta concreta. Desde joven estuvo rodeada de un ambiente intelectual al ser su padre un matemático, también de la misma ciudad. Conforme fue creciendo y empapándose, su pasión no sólo la condujo a aprender sobre matemáticas, sino también de filosofía, astronomía y literatura, llegando a visitar la cultural Atenas y la todopoderosa Roma. Fue también muy parca, dicen las fuentes; y al parecer se mantuvo virgen toda la vida, a pesar de que se casó con Isidoro, un filósofo.


Su pensamiento

Conforme pasaron los años la filosofía se hizo demasiado importante en su vida, y terminó adhiriéndose al neoplatonismo, la corriente en boga en esos momentos. Al parecer su inteligencia y capacidad le valieron que iniciado el siglo V d.n.e., ya sea la líder de los neoplatónicos alejandrinos, un puesto importante teniendo en cuenta que era mujer, aunque hay que reconocer que el machismo había retrocedido un tanto en los últimos siglos. Pronto sus dotes de enseñanza, elocuencia y sabiduría le granjearon gran cantidad de admiradores intelectuales. Muchas eran mujeres, rompiendo tendencias; aunque claro la mayoría seguían siendo los hombres, muchos de ellos enamorado de la maestra. Sobre esto también vale mencionar que su vida ascética no tuvo ni siquiera un momento de vacilación. Todos aquellos que intentaron conquistarla sencillamente fueron rechazados por esta filósofa totalmente entregada a la vida intelectual, a su escuela, la escuela de Hipatia. Si bien no estaba necesariamente apuntada al neo-platonismo, está claro que sí era su doctrina preferida.
El neoplatonismo en sí tenía ideas combinadas de Sócrates, Pitágoras, Zenón, judaísmo  y se dice que hasta algo de hinduismo, aunque sobre todo seguía la doctrina de Platón y Plotino. Para los neoplatónicos el principio se resume en una unidad absoluta, el Uno, y de las cuales provienen todas las demás cosas, y siendo la primera de ellas el Logos, que vendría a ser la inteligencia, la acción, de donde asimismo derivas las ideas, las que construyen todas las cosas. La inteligencia también engendra el alma, principio básico y esencial de la materia. Entonces tenemos que el Uno, la inteligencia y el alma forman una trinidad neoplatónica.
Como podemos ver, su similitud con el dogma cristiano de aquella época, es grande; y como Alejandría era un lugar muy concurrido por cristianos, por si fuera poco, muchos de los alumnos de Hipatía eran de dicha religión, los cuales sentían bastante respeto por el neoplatonismo de la maestra. Se podría decir que esta doctrina filosófica era una de aquellas que se salvaban del desprecio cristiano y que con el tiempo se fusionarían con el dogma formando el proceso denominado escolástica. En Alejandría, el patriarca de dicha urbe debía enfrentar toda una mezcolanza de creencias entre la muchedumbre, siendo el cristianismo la mayoritaria, no obstante todo cambió cuando Teodosio I, el Grande, declaró al cristianismo católico como la religión de Estado. Así la tolerancia hacia los cultos paganos, incluyendo la filosofía por supuesto, se hizo mínima.

Por otra parte la lucha entre los patriarcados de Constantinopla, Alejandría y Roma se hizo creciente, por tanto, aquel que estuviese más plegado al Edicto de Tesalónica (380), se ganaría más adherentes y por ende el dominio del mundo cristiano. Esto hizo que en Alejandría hasta los neoplatónicos fuesen presionados y con el tiempo perseguidos. En medio de todo este caos cristiano, Hipatia trataba de mantenerse incólume. Las cosas parecían ir cambiando radicalmente y nuestra intelectual se tuvo que proteger gracias a sus influencias, pues no quiso hacerse cristiana, quién sabe por qué razones.
Los saqueos en Alejandría se hicieron cotidianos, y al parecer la biblioteca sucesora de la fundada por los tolomeos, también fue devastada, ya que los cristianos de la época no diferenciaban entre paganismo y conocimiento. En medio de esta lucha el patriarca de Alejandría de turno, Cirilo, empezó a tener serios roces con el prefecto imperial, llamado Orestes, más tarde este último sería asesinado por unos monjes violentos, y Cirilo para disimularlo lo martirizó, empero se había ganado ya el odio acérrimo del emperador y terminó siendo alejado y desprestigiado por los otros patriarcas de ciudades principales.

Antes de que esto sucediera, se rumoreaba ya entonces que Hipatia, quién fue amiga de Orestes, había intentado persuadir al prefecto y levantarlo en contra de Cirilo y los cristianos. Además, teniendo en cuenta que ella se había negado todo aquel tiempo a pasarse al cristianismo, las sospechas en su contra no la hicieron pasar desapercibida. No se precisa en el año, tal vez fue en el 415 ó 416, y si debemos tener en cuenta su nacimiento en el 370 entonces debemos decir que fue en el 430; pero lo que sí se sabe es que fue en el mes de marzo, cuando a Hipatia le llegó la muerte tras ser súbitamente atrapada por unos cristianos fanáticos dirigidos por un sujeto llamado Pedro.

Siendo ya una mujer que casi tocaba los sesenta años e incapaz de defenderse de un grupo enardecido, la filosofa fue golpeada y arrastrada hasta la iglesia principal de Alejandría, donde se le desnudó y se le maltrató, para al final terminar descuartizada. Por si fuera poco sus restos fueron incinerados. Su muerte, al ser tan querida por muchos de la ciudad, incluidos algunos cristianos, generó sendas protestas acerca del procedimiento que estaban llevando a cabo los creyentes radicales. Orestes informó de los hechos al emperador Teodosio II, quién decidió tomar cartas en el asunto en primera instancia, y luego pareció olvidarse o hacerse el desentendido. No obstante, como ya citamos, este hecho le restó bastante prestigio al patriarcado de Alejandría, el cual fue opacado por el de Constantinopla y Roma.
Quizá lo que más lamenta la posteridad y sobre todo lo que contribuye a que no sea tan conocida, son sus obras, las cuales no han llegado hasta el día de hoy y que lamentablemente debemos conocer por otras fuentes, en especial de sus discípulos tales como Sinesio de Cirena. Se cree que al menos Hipatia tuvo varios compendios referentes a las matemáticas, la astronomía y algunos inventos tales como un destilador, un invento para medir el nivel y densidad del agua y otros líquidos.

Al parecer también diseñó el astrolabio (un aparato que sirve para determinar la posición de las estrellas) en su forma definitiva, pues si bien éste artefacto ya había sido inventado, al menos un siglo antes, Sinesio se empeña en atribuírselo a Hipatía, empero esto aún está en debate.   Finalizando, podemos decir que la vida de Hipatia está teñida de misterio y brillantez. No resulta nada descabellado afirmar que si bien la muerte de mujeres, hombres o niños era algo común en la antigüedad, el hecho de ser fémina representó un punto clave para que la muchedumbre la condene a muerte interceptándola en plena calle. Quizá también su muerte acarreó la causa de porque las mujeres tardaron mucho más en asomarse en el ámbito intelectual. Se intentó de todo para justificar su muerte, como aquella carta póstuma y apócrifa en la cual ella supuestamente criticaba al cristianismo; lo único que lograron es que se convierta en un personaje peculiar en la historia, y casi una mártir para el feminismo, por haberse erigido como una luz en la oscuridad.

Escrito por: Joaquín Toledo, especialista en historia del mundo, historia antigua y  con amplia experiencia en investigaciones sobre conflictos bélicos.


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