Durante cinco años, L ( nombre ficticio) ciudadana israelí judía, vivió con su pareja palestina en su casa, en la ciudad de Yatta, al sur de Hebron, desde donde trajeron al mundo tres hijos. Tras haber sufrido violencia física y verbal por parte del cónyuge y su familia, decidió escapar para nunca más volver. La historia de L puede verse reflejada en la de tantas otras mujeres que, como ella, finalmente deciden pedir ayuda para escapar de su martirio.
Cada año, la organización israelí Yad LeAjim, recibe miles de llamados de mujeres que viven en ciudades palestinas o árabes israelíes, y piden ayuda para escapar de la violencia de género por parte de sus cónyuges. Un flagelo al que voluntarios israelíes acuden en rescate de la víctima cada vez que son alertados.
L vivió cinco años en la ciudad palestina de Yatta, ubicada al sur de Hebron. Sobre este poblado se habló mucho el año pasado, ya que desde allí salieron los dos terroristas que llevaron a cabo el sangriento atentado en el complejo comercial Sharona, en Tel Aviv, cuando tras haberse sentado y pedido un café, se levantaron y dispararon a quemarropa asesinando a cuatro personas y dejando a otras ocho heridas.
“Vi personas pidiendo por la muerte de todos los judíos y entendí que debía huir”, contó L frente a las cámaras del canal 10 de la televisión israelí.
“Tenía 19 años cuando lo conocí a través de una amiga en común. Sabía que él era de los territorios “, recordó. “Era más que claro que me mudaría a vivir con él a Yatta. En algún momento de la relación empecé a padecer violencia física y verbal muy fuerte por parte de él y de su madre, a causa de mi judaísmo. Simplemente me humillaban. Me decían que los judíos les habían arruinado la vida”, indicó.
Asimismo contó que la familia de su ex pareja intento que ella viviera encerrada en la casa. “Vivía totalmente encerrada en mi cuarto, con mis tres hijos durante días enteros. Fue muy difícil. No podía salir a trabajar, nada. Sólo estar en la casa”, puntualizó.
El punto de inflexión lo vivió durante la última operación militar en Gaza, en la que sufrió agresiones por parte de la familia de su cónyuge. “Tenía que soportar las miradas de ‘poco amigos’, como si yo fuera culpable de “algo”, recordó. “La gente pedía por la destrucción de Israel, y todo eso lo vi con mis propios ojos. Fue ahí cuando entendí que tenía que huir de allí”, contó.
Durante los largos años que vivió en territorio palestino, L intentó esconder su identidad israelí judía, pero en la ciudad eran muchos quienes conocían su origen.
L pudo escapar cuando finalmente pudo comunicarse con la organización “Yad LeAjim, que la asistió de inmediato. “Le dije a mi ex pareja que necesitaba viajar a Jerusalén para hacer algunos trámites, y para mi sorpresa estuvo de acuerdo. Tomé conmigo a mis hijos y viajé hacia la zona de Gush Etzion”, dijo recordando su fuga. “Allí me esperaba un coche de Yad LeAjim que me dio su apoyo desde el principio y hasta el día de hoy nos asisten a mí y a mis hijos”, concluyó.
Respecto a su familia contó que ésta nunca aceptó su relación con el ciudadano palestino. “Simplemente me borraron, sólo mi mamá trató siempre de mantener un poco de contacto conmigo, pero mis hermanos no quería saber más nada conmigo”, señaló. Además contó que aún vive con temor por miedo a represalias de su ex pareja, pero como éste es residente en Yatta y no posee permiso de ingreso a Israel está un poco más tranquila. “Trato de cuidarme a mí y a mis hijos todo lo posible. Trato de rearmar nuestras vidas y recuperar el tiempo perdido que viví allí”, dijo.
Otro caso similar es el de A (nombre ficticio también), de 29 años de edad. Nació y creció en un conocido poblado en la zona centro del país y comenzó a tomar clases de baile a muy temprana edad. “Durante toda mi vida la mentalidad árabe me interesó y atrajo mucho, de esta forma más adelante empecé a bailar danzas árabes, contó.
A relató que ella bailaba mucho en diferentes lugares y con distintas bandas, y que acompañaba como bailarina a un cantante árabe conocido, de nombre Sharif Abad. “Para mí, todas las personas son iguales, y por eso cuando lo conocí y aunque era árabe, no me molestó. Por el contrario, la cultura árabe siempre me atrajo y la conexión entre nosotros fue inmediata y muy agradable al principio”, recordó.
Todo fue de color rosa en un principio, “luego de un tiempo fuimos a vivir juntos, en esa época él – por su pareja – comenzó a consumir drogas y su violencia hacía mí empezó a crecer con el tiempo, al punto tal de que no pude tolerar más la situación. Aun así no lo dejé”.
En varias oportunidades el cantante fue preso, pero inmediatamente era liberado. Cuando falleció, A sintió que era su oportunidad de comenzar una nueva vida. Fue entonces cuando se contactó con Yad LeAjim, organización que, entre otras actividades, se encarga de regresar a Israel a mujeres judías que están en pareja con árabes y sufren violencia de género, para recibir ayuda por medio de asistentes sociales.
No obstante y paralelamente, A recibió ayuda adicional. “En ese tiempo conocí a una bailarina que había vuelto de Tshuvá (proceso por el cual judíos retornan a los orígenes del judaísmo), y a través de ella comencé a conectarme con todo el tema del judaísmo y comencé también mi proceso de Tshuvá”, contó.
Actualmente A estudia en una Midrasha (Escuela Superior de estudios religiosos) y hace unos pocos meses comenzó a dar cursos de baile para mujeres.
“No hay dudas de que le debo mi vida a las danzas. Gracias a éstas pude escapar, al menos mentalmente, de toda la etapa difícil que atravesé”, relató, a la vez que añadió que por las danzas “casi se me arruina la vida, ya que me llevó a los brazos de mi ex pareja”. No obstante, “también fueron las que me salvaron”. “Para mí, las clases de danza para mujeres religiosas es el mejor cierre para esta historia”, puntualizó.
Desde Yad LeAjim expresaron que “acudió a nosotros tras haber decidido que quería comenzar una nueva vida”. “Nosotros la acompañamos desde entonces y fortalecemos a través de diferentes caminos su identidad judía y su fuerte personalidad”, finalizaron.
Fuente: ItonGadol