Según el primer informe de UN Women, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres, la prostitución y el sida ha crecido alarmantemente en los Territorios Palestinos y en Jerusalén Este.
Este primer informe, recientemente publicado, es la radiografía de un desastre doble: el de la explotación femenina, oculta bajo patriarcados y el de la enfermedad, desconocida y silenciada por los opresores.
Palestina, con unos niveles de pobreza superiores al 20% y donde las mujeres no tienen apenas empleo, se da el mejor caldo de cultivo para la explotación. Según los datos del Palestinian Central Bureau os Estatistics, PCBS, sólo trabajan el 15,5% de mujeres palestinas en edad de trabajar, frente al 67% de los hombres.
Las prostitutas de Palestina son iniciadas en la prostitución por sus propias familias, bien por el padre, bien por sus propios maridos. El 43% de las prostitutas casadas contrajeron matrimonio cuando tenían menos de 14 años y son estos matrimonios, legítimos ante esa sociedad, donde se da el principio de las relaciones forzadas. La mayoría de estas mujeres han sido prostituidas por sus propios maridos, para que pagasen sus deudas de juego o su consumo de drogas.
El sometimiento de estas "esclavas" es más intenso por provenir de entornos en los que la voz de la mujer no importa lo más mínimo. El feroz patriarcado existente lleva a las palestinas a tener un papel de dependencia forzosa. Según el PCBS, el 62% de las mujeres casadas en Palestina sufre maltrato psicológico: un tercio, físico y un 11%, sexual.
La violencia doméstica es un asunto privado que no se denuncia por vergüenza o por daño al honor de la familia y el divorcio no es una opción porque las propias familias repudian a estas mujeres que al final no tienen otra salida que la prostitución.
La legislación actual favorece esta situación. Por ejemplo, en caso de violaciones se distingue entre víctimas vírgenes y no vírgenes, siendo la pena en este segundo caso, prácticamente mínima. Por supuesto, la Polícia no es de ninguna ayuda por falta de medios, de formación y sobre todo de sensibilidad.
Según el informe, el miedo a la reputación, las normas sociales, las tradiciones, la manera de entender el sexo y la "violencia callada y silenciada" alimentan ese caldo de cultivo de sufrimiento de las mujeres palestinas.
A todo ello añadir la falta de protección con que estas mujeres se enfrentan al SIDA, enfermedad que está creciendo en todo el Medio Oriente y en el norte de África de una forma constante y alarmante.
En definitiva, este informe denuncia la grave situación en que se hayan tantas mujeres en Palestinapara las que la sociedad donde viven no les ha dejado otra salida que la prostitución, de la que apenas pueden defenderse.