Revista Cultura y Ocio
Decía el poeta ruso Evgueni Evtushenko, en un excelente libro de memorias que se editó en español con el título de Autobiografía precoz (México, 1976) que con frecuencia se elige para luchar contra las injusticias el empleo de las injusticias al revés. Este método, que puede ser discutible y aun polémico, produce en ocasiones unos resultados espectaculares, como ocurre con el volumen que hoy comento. Se trata del grueso tomo Mujeres sobre mujeres en los albores del siglo XXI: teatro breve español, que ha preparado con larga dedicación la profesora norteamericana Patricia W. O’Connor y que, en cuidada edición bilingüe, lanza la editorial Fundamentos en su colección de teatro.Si las mujeres han sufrido una evidente postergación en la historia literaria, aquí se lucha para ofrecernos una visión exclusivamente femenina del mundo dramático nacional. Diez mujeres de variadas procedencias y con variados intereses, unidas por una pasión común: el mundo de la escena, que les sirve como exorcismo, como denuncia, como manifestación de sentimientos, como indicativo social. Diez mujeres que nos hablan de su obra (cada pieza va introducida por unas interesantes palabras de la dramaturga que la ha escrito), nos invitan a leerlas y luego son analizadas por la profesora O’Connor con una perspicaz inteligencia.Y quizá en esa misma diversidad es donde se encuentre lo más interesante del tomo, porque nos permite contemplar un fresco temático y estilístico de amplio calado y magnitud. Y es que, salvando la infumable tontería esperpéntica que no tiene pudor literario en firmar Lidia Falcón (Falsas denuncias), todo en el volumen roza la maravilla.Tenemos, por ejemplo, el tenso monólogo La boda, de la madrileña Carmen Resino, que mereció en 2004 el premio Buero Vallejo y que nos presenta a una cuarentona que vive instalada en el odio a su madre, una cómoda postura que le permite no asumir como propio ni uno solo de los errores y fracasos que jalonan su vida. Antonia Bueno nos traslada el durísimo monólogo de una criatura violada, que juega con su muñeca tras haber ingerido matarratas para suicidarse (La niña tumbada). Paloma Pedrero, en la pieza Ana el once de marzo, elige la imborrable fecha del atentado terrorista más grave que ha sufrido España... Y así hasta diez autoras, diez perspectivas dramáticas diferentes, que sirven como reflejo del teatro (femenino y no femenino) que se está haciendo en nuestro país.
Si me permiten dos recomendaciones personales, yo les sugiero que lean con especial atención la pieza Su tabaco, gracias, de Diana de Paco Serrano, donde con su habitual brillantez nos habla de la soledad humana; y que no dejen pasar de largo el espléndido Talgo con destino a Murcia, de Charo González, donde una prostituta muy dulce y un suicida abofeteado por la fatalidad dialogan, con fondo de ferrocarriles. Dos auténticos hallazgos.