No iba a publicar hoy, pero he decidido unirme a la iniciativa #mujeresquesonhistoria y participar en el carnaval de posts organizado por Madresfera. Se trata de una forma de reivindicar el papel que han tenido las mujeres en la historia, en vista del descuido que han tenido una importante editorial y una juguetera, que han creado una colección de figuras históricas y, de 60 piezas, ninguna es mujer.
Iba a dejarme llevar por mis preferencias literarias y escribir sobre Jane Austen, Virginia Woolf o Ana María Matute, pero al final he decidido salir de mi zona de confort y escribir sobre la bailarina Isadora Duncan (San Francisco, 1877- Niza, 1927), que rompió con los patrones clásicos de la danza y su nombre se convirtió en sinónimo de libertad y sentimiento.
Considerada la creadora de la danza moderna , Isadora Duncan destacó por su carácter libre y extravagante, sus ideas liberales y su poco convencional modo de vivir. Nacida en el seno de una familia estadounidense de clase media-alta, una sucesión de acontecimientos convulsionaron su infancia: su padre, un importante banquero, fue acusado de fraude y encarcelado, su madre se divorció, perdieron su vida acomodada y a los 10 años Isadora dejó el colegio. Su espíritu libre no aceptaba las normas del encorsetado sistema escolar de finales del siglo XIX, y se concentró en su formación como bailarina.
Con 19 años se trasladó a Europa, donde su peculiar estilo de danza supuso una ruptura total con la danza clásica y pronto logró un éxito arrollador.
Su vida personal era tan poco convencional como su danza. Se manifestaba en contra del matrimonio y a favor del amor libre, se especula sobre su posible bisexualidad y tuvo dos hijos de padres diferentes. Los pequeños fallecieron en un trágico accidente automovilístico, lo que sumió a la bailarina en una depresión que la llevó a plantearse el suicidio en varias ocasiones. Se aferró a su carrera como a una tabla de salvación y se centró en la danza, sus alumnos y las campañas benéficas a favor de niños necesitados.
Pese a su rechazo del matrimonio, finalmente se casó con un poeta ruso 17 años más joven que ella, adicto al alcohol y de carácter agresivo, lo que acabó pronto con la relación.
El declive llegó a su vida profesional. Isadora vio cómo su estrella se apagaba y sus seguidores la olvidaban. Tenía 50 años cuando falleció en un absurdo accidente: su chal se enganchó en las ruedas de un coche y la estranguló antes de que el conductor se diera cuenta.
La danza de Isadora Duncan rompió todas las reglas de la danza clásica. Frente a la rigidez del ballet y sus pasos estructurados, sus movimientos eran libres y fluidos , guiados por las emociones. Desde niña sintió fascinación por el mar y el movimiento de las olas inspiró la base de su personal estilo, también influenciadopor las expresiones artísticas de la Antigua Grecia, las danzas tradicionales y los bailes sociales.
Tenía un concepto filosófico de la danza , en busca de una expresión de emociones que nacía del interior, y como rechazaba los movimientos formales, su baile parecía una continua improvisación, llena de naturalidad .
Su puesta en escena también era revolucionaria: nada de aparatosos decorados y tutús y zapatillas de punta, sino escenarios prácticamente vacíos, túnicas vaporosas y pies descalzos, sin maquillaje y con el pelo suelto, frente a los complicados maquillajes y los rígidos moños de las bailarinas clásicas.
Hasta su elección de música era poco convencional. Se negaba a bailar partituras escritas expresamente para ser bailadas, sino que consideraba que podía bailar cualquier tipo de música.
Para que os hagáis una idea de la forma de bailar de Isadora Duncan, aquí os dejo un vídeo que se recrea su manera de bailar.
En el siguiente vídeo, una muestra de coreografías de The Isadora Dance Company:
Por último, la conocida bailarina española Tamara Rojo baila a la manera de Isadora Duncan una pieza de Brahms: