Revista Opinión

MULTICULTURALISMO. Hoy, hace 16 años. 27 de agosto de 2005

Publicado el 27 octubre 2021 por Cronicasbarbaras

Pocos aventurarían hace un par de años que los periódicos paradigma de los buenos sentimientos aparentemente progresistas iban a publicar artículos sobre el Raval, el barrio más pintoresco de Barcelona, afirmando que se ha roto allí la convivencia entre sus habitantes tradicionales y los nuevos inmigrantes.
Es que ya tienen que admitir la inocultable apropiación fanático-religiosa del barrio, en alguna de cuyas calles se arremete contra las mujeres que no van cubiertas con hábitos musulmanes.
Era suicida denunciar la situación: quien hacía públicos los efectos perversos del fanatismo infringía la corrección política dominante, y era definido como xenófobo y racista.
Aunque el inevitable conflicto ya había sido anunciado anteriormente, incluso antes del 11M, por el nuevo premio Príncipe de Asturias, Giovanni Sartori, y por el antropólogo Mikel Azurmendi, que advirtieron que el fanatismo islamista iba unido a la agresividad y la delincuencia.
La falsa progresía exigía silencio: la situación se manifestaba fuera de sus confortables y seguros barrios; así, cualquiera puede comprometerse con valores que no le exigen prueba real de coexistencia con los diferentes.
Comunicadores y políticos tachaban de racistas a los angustiados vecinos del Raval, pero protestan ahora, cuando el conflicto está acercándose a sus distritos.
Aunque todavía no quieren admitir que el multiculturalismo que tanto defendieron, y que propugna la no integración, sino la endogamia de cada grupo social, es reaccionario y conduce al nazismo.
El multiculturalismo es hostil al pluralismo cultural, que es verdaderamente progresista: apreciando las idiosincrasias diferentes, aspira a crear una macrocultura común en la que todos respeten las libertades, los derechos humanos y la pluralidad.
El problema es que el multiculturalismo es un componente básico de los nacionalismos, obsesionados con formar tribus exclusivistas, separadas de los demás; pues, el Raval es una alegoría de la futura España.


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