Llegamos a Victoria Station montados sobre las vías de un tren. La última aventura en este Mumbai 2.0, nos tuvo por protagonistas a Vico, a la Tuta, y a quien relata por un lado, y a nuestro gurú mundial favorito, Jota Eme, por el otro. La Tila por desgracia ya se había tomado el avión, llevándose toda su magia blanca y sus poderes sanadores hacia el otro lado del mundo, y a nosotros, nos tocaba coronar otro gran cierre de algún tipo de destino elegido, en la inconmensurable ciudad de Mumbai.
Entonces por segunda vez nos fuimos a buscar nuestro destino a la conocida zona de Colaba... Aunque lamentablemente ese destino decía que Colaba estaba repleto de turismo, por lo que se había vuelto ligeramente más caro, hechos que en conjunto dificultaron bastante más de lo debido el hallazgo de alguna miserable habitación. Finalmente nos dividimos entre el "Salvation Army" y el "Delight Ghest House", los dos sucuchos más baratos y populares de la zona. Una vez instalados, solo restó salir a disfrutar lo máximo posible los últimos días de este Viaje por Asia 2.0.
La sensación era extraña, ya que estábamos terminando este nuevo recorrido asiático, exactamente en el lugar que lo habíamos terminado la primera vez que vinimos a India. Las compañías eran distintas, excepto por el gurú Jota Eme y yo, de quienes se podría decir en cierta medida, que también éramos ya personas totalmente diferentes. La energía que teníamos definitivamente no era la de excitación de una llegada, sino más bien la de la pesadez y el choque energético que produce saber que luego de ocho meses, uno va a volver nuevamente ¿adónde?, ¿a encontrarse con quién?, ¿para qué? y todas las preguntas sin respuestas, sucesivas y pertinentes. Y por favor no me malinterprete amigo lector, porque no se trata de ganas, o de felicidad, infelicidad... Se trata de cierres de puertas dimensionales en el alma, y en una menor medida, de una desorientación que discute y se resiste a cambiar el movimiento perpetuo, por eso de "todos los días lo mismo".
Un La Tuta se había pegado tal flash viajando por Mumbai experimentado desde este punto de vista, y luego de la cantidad de cosas por las que pasamos en estos últimos meses, lo hace mucho menos fiestero y más reflexivo que el primero, aunque también mucho más intenso desde otros lugares. Y sí, es muy claro que la reflexión es mucho más aburrida y complicada que el desconche eterno, pero lamentablemente y por alguna extraña e infame razón, uno no puede vivir siempre en ese desconche, y en algún momento debemos permitir que los estados de ánimo se expresen en sus infinitos niveles.
India, que había quedado tirando patadas voladoras, no queriendo hacer más nada que agarrar una mochila y nunca más parar. Vico había profundizado tanto su actitud autista "toco mis rastas mientras miro fijo a la nada" que ya nadie sabía qué le estaba pasando por la cabeza... Hasta el gurú estaba dejando su carrera de gurú por un rato. A mí me tocaba ir a encontrarme con mi familia después de más de dos años, y meterle de paso unos aderezos a una ensalada de quilombos emocionales sudafricanos, en la que por el momento mejor no ahondar.
Pretendiendo entonces que lo anteriormente dicho era todo una vil mentira, recorrimos y repetimos muchos de los lugares que visitamos la primera vez en Siempre yendo y viniendo del restaurant entonces, sucedieron los eventos que podemos tildar de más significativos y destacables. Rápido resumen: visitamos la giganto "canchita" de cricket, los chicos jugaron a la pelota, fuimos al mercado, compramos algunas frutas y el mejor cardamomo del mundo; visitamos el mercado de antigüedades, todo estaba mucho más caro... fuimos a las estaciones de tren, y vaya uno a saber adónde más. Me canso de sólo pensarlo y mucho más de escribirlo. Sólo recuerdo que aparecíamos como "Droopys" en distintas zonas de la
Mumbai ( link), pero de una forma mucho más desorganizada, anárquica, y hasta desinteresada. No había mucho resto energético para hacernos los creativos. Moverse se complicaba bastante, hacía calor, había desgano, y la cabeza se resistía a dar continuamente órdenes a las extremidades. Para que se hagan una idea del desgano: comimos en el mismo lugar durante toda la estadía. Mumbai, hacíamos lo que teníamos que hacer, y seguíamos nuestro camino hasta la siguiente estación.
El único sentimiento válido, real, y duradero del que puedo escribir en este post de Mumbai, fue el que le impregnó a estos últimos días de viaje la Tuta, que tuvo, si se puede entender de alguna manera, el poder de alivianar el ambiente y de desconcentrarnos y hasta desconectarnos de la boludez del sobre pensamiento. La Tuta estaba con toda esa hermosa juventud a cuestas, esa juventud pilla y rockera que claramente contrastaba con nuestro estado de rock cutre séptimo whisky sin hielo.
Nos macrameó unas pulseritas muy bonitas y fue la encargada de ponerle esa pequeña cuota de amor necesario a todas las cosas. Manejó de una forma excelente el arte de no hacer absolutamente nada más que estar, acompañar, y sentirse muy cómoda y feliz con ello. Personalmente, si en algún momento de mi vida tengo que decir que estuve un poco confundido, estaba a punto de inaugurar un año para el olvido. Vico solo volvió a hablarme para confesarme que había tomado la decisión de tocarse las rastas hasta que algún evento muy significativo pase en occidente.
Con Jota Eme la comunión, el acercamiento, la lejanía, el uso de expresiones generales, el tratar de congeniar el lenguaje con el razonamiento, con lo que no se puede explicar, y de lo que mejor ni hablar. Con el gurú "Resero Blanco", percepciones más que palabras, miradas más que argumentos, y sonrisas más que explicaciones. Y se me traban las emociones porque no tengo mucho más, siento todo el pecho revuelto y anárquico cuando me aproximo emocionalmente hasta aquel momento.
Es que ya no era la conclusión de algo y un nuevo comienzo. Luego de China sabíamos que casi sin querer y hasta sin desearlo, nos habíamos metido en un compromiso que se anunciaba muy largo, y que particularmente me iba empezar a limitar un poco la libertad del viaje y de la vida... En definitiva: después de tanta vida y tanto viaje lleno de heroína, había que limpiar las energías de un rancho que estuvo de fiesta durante los últimos cuatro años, juntar todos los petates, e intentar armar algo coherente con ello.
La salida de
Mumbai como siempre fue tediosa. Despedir a la Tuta también fue feo, pero un asunto que en cierta forma estaba previsto y asumido. La dejamos en el tren y "hasta el próximo cruce de caminos genia hermosa". De Jota Eme ya no me despido... Hay gente que dice que se nos vio dar unas últimas vueltas muy a la deriva por el centro de Mumbai, hasta que también nos tocó recoger las mochilas, y abordar una combinación de tren y tuc tuc hasta el aeropuerto.
Lo que seguía era abordar un avión, que como siempre me parece el peor plan del planeta. Haciendo la cola de migraciones conocimos a un abuelo y a su nieta que venían de caminar con Ama o Ema, o como sea que se llame la señora que sana gente con abrazos. Después tuvimos que pasar por el escáner del control de embarque unas quince veces hasta que el indio se dio cuenta que lo que sonaba no eran drogas sintéticas, sino una bombilla para tomar mate. Después me tomé una pastilla y nos emborrachamos con Vico hasta llegar a Johanesburgo.
Se acabó, no está más, y aunque con todo el dolor del mundo, sacamos a relucir el orgullo de haber hecho realidad todo lo que nos propusimos como objetivo en este viaje. Una película independiente en China no es poco. Todo el recorrido que vino después mucho menos, y todas las personas que nos fuimos encontrando en el camino por estos seis países, siguen justificando y diciendo que viajar es la empresa más noble y sabia a la que uno se pueda entregar.
Hasta la próxima amigos... que sabemos que no faltará. A volver a Grahamstown y a dejar que la vida se exprese y tome las riendas. Salud y gracias de nuevo por llegar hasta acá... ¡Salud!...