La camisa blanca es mucho más que un básico de fondo de armario: es una apuesta segura. Junto con los vaqueros, es la única prenda que solemos tener repetida en nuestro armario (muchas veces). Tenemos blusones, camisas blancas de tejidos lisos y bordados, con jaretas, con cuello camisero, entalladas... Todas nos las ponemos una y otra vez, temporada tras temporada, hasta que comienzan a perder "su luz". Porque sí, tienen un defecto, y es que son poco sufridas. Requieren lavarlas cada vez que las utilizas, lo que va apagando su blancura y ajando visiblemente el tejido. Pero mientras están en buen uso... ¡son un comodín sensacional!
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