
El Mundobasket llegó a su fin con Estados Unidos como ganador con paliza incluida a Serbia en la final, aunque entre los amantes del baloncesto se recordará como el torneo que sepultó a la mejor generación del baloncesto español, la que más éxitos nos ha dado y la que durante una década ha dominado el baloncesto FIBA, siendo la única alternativa real a la supremacía que han ostentado las estrellas NBA de Estados Unidos en los últimos 6 años.
Aparte de esto, la FIBA debería hacer una profunda reflexión sobre sus torneos, puesto que, si exceptuamos los Juegos Olímpicos, a los que todos los jugadores quieren acudir por el prestigio que da conseguir una medalla olímpica, el resto de eventos les importa más bien poco a casi todas las grandes estrellas del baloncesto, y ya no hablamos de los americanos, a quienes todo lo que suceda fuera de sus fronteras no les importa lo más mínimo, sino de los jugadores europeos, que tradicionalmente se han identificado más con los torneos FIBA, los europeos y mundobasket, para los que había una motivación especial el poder competir con su país.
Este Mundobasket ha padecido sonoras y notorias ausencias en todos las selecciones que optaban a medalla, todas excepto España, que por celebrarse en casa, había una ilusión especial de hacer algo importante, sobre todo porque puede ser la última gran oportunidad de permanecer en la élite del baloncesto internacional.
Así que la primera fase transcurrió como se esperaba, con todos los equipos sufriendo para ganar excepto España y Estados Unidos. Así parecía que iban a ser los cruces, pero la falta de compromiso defensivo y los errores de bulto de un seleccionador sin experiencia ni condiciones mínimas para llevar a una selección plagada de estrellas como España, llevó a la anfitriona al más absoluto de los ridículos al caer contra Francia en cuartos y salir, probablemente de la élite mundial del baloncesto por la puerta de atrás. De este fracaso se ha visto beneficiada Serbia, que de la mano de Teodosic, Bjelica, Bogdanovic, Markovic y sabiamente dirigidos desde el banquillo por el genial Djordjevic, se plantaron en la final.
Al final, la conclusión de este Mundobasket es que la falta de calidad de muchos equipos y la falta de ambición de otros –como Turquía, que es un equipo sin sangre, o Brasil, excesivamente blandos- han ofrecido un espectáculo mediocre y sin emoción, lo que confirma la tendencia a agrandar aún más la crisis existente en el baloncesto tradicional europeo que está siendo absorbido por un tipo de juego en el que la falta de fundamentos técnicos y tácticos ha dejado paso al predominio físico, la relajación defensiva, la falta de juego colectivo y la velocidad que impone la NBA, en donde la mayoría de jugadores europeos ya militan desde hace tiempo.
Como hemos dicho hace falta una profunda reflexión por parte de la FIBA sobre sus europeos y Mundobasket porque se están convirtiendo en torneos de segunda fila a los que nadie quiere acudir y para la mayoría de selecciones no consiste más que la obtención de un billete para los juegos Olímpicos. La prueba es que hace 10 años Estados Unidos sufría jugando contra las selecciones europeas, técnica y tácticamente mejores, incluso sufrió derrotas significativas, y desde Pekín 2008 se pasea en estos mismos torneos, contra equipos sin grandes jugadores y sin esas condiciones técnicas ni tácticas que otrora las hicieron grandes, salvo alguna excepción puntual.
