Una de las lecturas que se iba a hacer de las elecciones municipales del “procés” era la suma de votos que iban a tener las fuerzas soberanistas y si estas iban a ser superiores a las fuerzas no soberanistas.
Bien, el resultado es claro y evidente.
Han ganado las elecciones las fuerzas independentistas, CiU ha ganado por primera vez unas elecciones municipales en Catalunya (a pesar de perder votos) y ERC está casi en un empate técnico con la segunda fuerza (PSC). La CUP está en un triple empate con PP, C’s por el 5o puesto. La opción “federalista” ICV y sus diversas coaliciones (en las que se incluyen la candidatura de Ada Colau en Barcelona) están en un punto intermedio con un excelente resultado, en el 4º puesto.Cuando comparamos el resultado según la evolución del 2011 se ve un claro avance del independentismo, unos 300.000 votos, mientras el unionismo pierde más de 350.000 votos (en especial por la gran caída del PSC y del PP). El “federalismo” o soberanismo no independentista gana 100.000 votos. En definitiva, hay un aumento tanto de los votos independentistas (+300.000) como de los votos soberanistas en su conjunto (+400.000) y un retroceso del unionismo (-350.000).
Si lo leemos como % del voto relativo, vemos que el independentismo por sí solo es la fuerza mayoritaria pero no hegemónica. El independentismo es la mayor de las opciones entre el unionismo y el resto del soberanismo no independentista. Si lo vemos en clave de “votos independentistas” con “votos no independentistas” (o sea, soberanistas no independentistas y unionistas) el independentismo tiene una ventaja muy pequeña pero significativa. Es la primera vez que ocurre esta pequeña ventaja en unas elecciones.
Por otro lado el soberanismo muestra no sólo que es mayoritario sino hegemónico. Los soberanistas independentistas y los no independentistas casi alcanzan el 60% de los votos mientras el unionismo se queda en menos de 1/3 del electorado.
Conclusiones, el independentismo es mayoritario pero no hegemónico, pero estas elecciones ha cuajado una competencia en el plano simbólico
La lectura de datos nos dice algo que sabíamos. Hay una mayoría muy justa independentista en Catalunya. El independentismo es alrededor del 45% de la sociedad, algo que también reflejan las encuestas.
Lo que ha ocurrido en estas elecciones municipales no es una victoria nueva, no es un avance del independentismo es lo que había avanzado entre 2011 y 2013 que ahora se plasma en votos. Ni un solo voto más tal y como dicen las encuestas. Y eso hay que tenerlo muy en cuenta, que el independentismo ahora no esté logrando avanzar un solo voto es importante tenerlo en cuenta.
Lo que es hegemónico es el soberanismo, ese sigue siendo el eje que consigue amplias mayorías en Catalunya tal y como se ha demostrado en más de una ocasión.
Si el independentismo realmente quiere ganar en el plano social ha de trabajar políticamente esa Catalunya sociológica que es soberanista pero no independentista. Giros como los que ha hecho la ANC hacia perfiles que provienen del mundo federalistas son la estrategia más acertada.
Pero la lectura de resultados no nos dice una cosa. Y es que el independentismo ahora mismo ha sufrido una derrota en la esfera simbólica muy importante. El independentismo compite, en especial entre el electorado soberanista no independentista y los independentistas condicionales, con otros discursos de cambio. La victoria de Ada Colau en Barcelona y el buen resultado de Manuela Carmena en Madrid indica que cambios en el plano de las instituciones “españolas” es posible. El discurso de cambio a través de opciones alternativas a la independencia es un marco de competencia a la capacidad de ilusionar desde el independentismo que va a tener consecuencias más importantes que la mera lectura de resultados. El “sí se puede” entra con fuerza y va a competir con “un nou país”.
Queramos o no, nos guste o no, el procés se vuelve más complejo, tridimensional y complicado.
Notas metodológicas y simplificaciones:
Soy consciente que las elecciones municipales no todos han votado en clave “procés”, por tanto soy consciente de la debilidad del análisis. Pero como también estas lecturas se están haciendo, es mejor hacerlas con números en mano. Estoy convencido que el eje “nacional” no ha sido clave en las campañas, pero ha funcionado como la base simbólica sobre la que se ha untado el resto de elementos de movilización del voto. En cada pueblo y ciudad han habido movimientos de vieja contra nueva política, de derechas contra izquierdas, de gobiernos contra alternativas, pero por debajo queramos o no y cuando hacemos grande el foco, aparece el eje nacional como un poso en todo el resultado. Sabiendo que el eje nacional se diluye al mirar a nivel micro, el análisis a nivel macro del eje nacional sí que aporta cierto valor.
Simplifico diciendo que todo el voto del PSC es unionista. Seguramente no sea así (en especial en lo poco que le queda al PSC fuera del area metropolitana y de Tarragona ciudad) y que algo de voto “federalista” le queda, por eso lo que he decidido es hacer 3 bloques: soberanistas independentistas, soberanistas no independentistas y no soberanistas o unionistas. Con esto evito el debate entre el federalismo no soberanista que representa el PSC.
También simplifico que todo el voto de ICV es soberanista no independentista, en especial en la Catalunya interior y en Girona esto no es así, es independentista. Pero no es el grueso del voto a las candidaturas de ICV y seguramente queda compensado por el poco voto a CiU que es soberanista y no independentista. En todo caso, adjudicarle su voto a un soberanismo que no es claramente independentista es una simplificación bastante aceptable.