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En mi anterior entrada les hablaba de Munigua, un pueblo minero romano "escondido" en la provincia de Sevilla que sorprende a los visitantes por su buen estado de conservación y por los muchos atractivos que oculta.
En concreto, en dicha entrada les hablaba sobre la zona más baja del pueblo, la zona terrenal, donde se encuentra entre otros restos, la muralla, las casas tanto lujosas de romanos acaudalados como las humildes viviendas de los mineros, y también las termas y los dos cementerios que cuenta la ciudad.
Sin embargo en esta entrada vamos a ir subiendo por la Colina Sagrada hasta la parte alta de la ciudad, la zona celestial, donde nos encontramos edificios religiosos como el Templete de Mercurio.
Esta aedícula (templete) se levanta sobre un podio sobre el que se erige una pequeña cella franqueada por dos columnas de estilo corintio. Entre ambas estaba situada una estatua de Mercurio.
Justo delante de la aedícula se encontró un ara donde se cuenta que un hombre llamado Ferronius fue quien mandó su construcción debido a una promesa.
También se puede ver una curiosa mesa de granito junto al templete que se cree que estaba ligado a este de alguna forma, pero todavía se desconoce su función original.
En su momento, la paredes del templo estuvieron estocadas y muy probablemente pintadas. De todo Munigua, este es el único templo donde realmente tenemos constancia de a quien estaba dedicado.
Justo al lado del templete de Mercurio podemos ver los restos del Pórtico de dos pisos, un edificio "hueco" cuya finalidad tampoco está clara, pero que se piensa que era un edificio de carácter público.
En la parte baja, en el muro, estarían colgadas las tablas de bronce con las leyes municipales que serían visibles para todos los vecinos. Adornando los pórticos estarían tres estatuas dedicadas a los tres emperadores de la dinastía Flavia, Vespasiano y sus hijos Tito y Flavio. Es normal si tenemos en cuenta que fue Vespasiano quien otorgó a Munigua el estatus de municipio y fomentó su desarrollo.
Tanto el Templete de Mercurio como el Pórtico de dos pisos están situado en la calle del Foro, una calle principal de la ciudad que da acceso a la plaza más importante de toda ciudad romana. En los foros romanos podemos encontrar muchos edificios públicos diferentes, pero hay algunos que están presentes en cualquier foro, como la Basílica, la Curia, el Tabularium o el Templo dedicado a la religión del estado y que hoy en día luce así en Munigua...
A este edificio central, de planta rectangular, se accedía a través de tres escalones, y estaría precedido de cuatro columnas. Aquí probablemente se rendía culto a Juno, Júpiter y Minerva, o bien al Emperador.
Tampoco queda mucho en pie del lugar donde se reunían los miembros del gobierno (la Curia), o del archivo de la ciudad (el Tabularium)...
Aunque las estancias sólo nos las podemos imaginar, sí que han levantado una columna, dado que todo el recinto estaba porticado para proteger el acceso a estos importantes edificios. Unos edificios bastante pequeños por lo que se puede apreciar.
En Munigua se sabe que el Foro fue costeado en el siglo I d.c. por un tal Lucius Valerius Firmus quien debió ser una importante personalidad en la ciudad. Probablemente una estátuta representativa de este señor estaría adornando este lugar junto con otras muchas de dioses y personajes importantes.
Justo enfrente de este emblemático lugar nos encontramos con una escalera monumental que se conserva in situ.
Subiendo las mismas se accedía a un templo que, como la mayoría de templos de la ciudad, no se conoce exactamente el dios o dioses al que estaba dedicado, así que hoy en día lo conocemos como el Templo del Podio, dado que los muros de este edificio religioso se asientan sobre un podio sobre el que reposa otro de menor tamaño, la base del templo.
En su lado Este, el templo está sujeto por cuatro contrafuertes que lo sostienen en la terraza donde se asienta.
Este edificio es más moderno que el foro ya que se construyó en el siglo II d.c. y estaba decorado con placas de mármol. Una inscripción encontrada en una ellas con el nombre de Pantheus hace sospechar que el templo estaba dedicado a esta divinidad, que en realidad es una abstracción y síntesis de todos los dioses.
Si seguimos subiendo la Colina Sagrada llegamos por fin al Santuario de Terrazas, en la zona más alta y donde existió una ciudad ibera (turdetana) anterior a Munigua y que fue derribada para construir los templos.
El acceso al mismo se realizaba a través de calles en rampas a las que se entraban a través de puertas idénticas. En el centro se hallaba la exedra semicircular que enmarca el paisaje.
Justo detrás, algo más elevado, se levantaba el edificio de la cella, en donde se alojaría la estatua de la divinidad. Todo el edificio se orientaba hacia la salida del sol, el Este, y las dimensiones del conjunto eran tales que para soportar su peso se construyeron enormes contrafuertes de 10 metros que todavía hoy nos dan la bienvenida a los visitantes de la ciudad.
Las vistas desde la cima tuvieron que ser simplemente impresionantes, con todos esos templos, los edificios públicos, el foro, las casas lujosas y humildes, la muralla y el bosque mediterráneo a sus pies.
Tampoco se conoce a ciencia cierta a quien estaba dedicado el Santuario, pero dos inscripciones lo asocian a Hércules y la diosa Fortuna, quizás el fundador y la protectora de Munigua.
La ciudad, que floreció rápidamente gracias al cobre, entró en crisis a mediados de siglo I cuando se agotó este material, sin embargo pronto descubrieron las minas de hierro con lo que lograron prosperar otros 200 años más hasta que finalmente agotaron este recurso.
En realidad no es que agotaran la mina de hierro, sino que con su tecnología no podían acceder a las nuevas vetas y la ciudad entró en decadencia a finales del siglo III d.c. donde además sufrió un terrible terremoto. A partir de aquí ya no se construyó nada nuevo en la ciudad y poco a poco fue agonizando y finalmente abandonada completamente en el siglo XII.
Actualmente, existen varios carteles informativos con ilustraciones por todo el yacimiento, lo que permite hacerse una idea de lo que estamos contemplando.
Sin duda una visita muy interesante que compensa de sobra el esfuerzo que hay que realizar para poder visitarla, pero como se suele decir, las mejores cosas de la vida exigen un pequeño sacrificio.
Espero les haya gustado la entrada.
Amicus Autem protinus te videre.