La segunda entrega de la información sobre este Curso, es una entrevista con el profesor Alejandro Muñoz Alonso, otro gurú del periodismo de la época. El tema, bastante premonitorio
ALEJANDRO MUÑOZ ALONSO
LA TASA DE LECTURA ESPAÑOLA ES DE LAS MAS BAJAS DE EUROPA
-Periódicos y revistas necesitan reconvertir sus contenidos; menos política y más atención a las exigencias del hombre actual
-En España sobran muchas cabeceras de publicaciones
Hablar de información con Alejandro Muñoz Alonso es hablar con un hombre que sintetiza la información teórica ejercida en la docencia y la información práctica vivida tanto en «Cambio 16» como en «Diario 16» en los años más apasionantes de nuestra historia actual. Alejandro Muñoz Alonso abrió prácticamente el I Curso Andaluz de Comunicación Colectiva con el tema «La comunicación política».
—¿Cómo se encuentran actualmente la información política española?
—En una situación de transición clarísima en la que ha pasado de una época de ser la reina de la información a este momento que estamos viviendo, en el que los hombres de la información se están dando cuenta que los lectores exigen que esa información política vaya acompañada y en ocasiones precedida de otro tipo de informaciones.
—¿Qúé implicaciones tiene este cambio?
—Creo que una reconversión de los medios y de los profesionales. La gente ha ido durante un tiempo a los periódicos porque era un camino de hacer política, el único. Eso ya ha pasado y el informador, sin dejar de tener su propia ideología política, tiene que dar un enfoque distinto y dejar estos temas para los profesionales de la política.
—¿Se impone por tanto un periodismo político subjetivo?
—Yo sigo el modelo anglosajón y pienso que en todo periódico debe haber a la vez información y opinión. Hay que tender a que la información sea lo más objetiva posible y después debe haber opinión firmada, sabiendo quién es quien la da. Creo que el lector pide esta fórmula.
PRENSA DEL ESTADO: ABERRACIÓN INSÓLITA
—¿Hay crisis en la prensa?
—Sí, claro que hay crisis, precisamente por esta etapa de transición en la que la prensa no ha encontrado su lugar y también porque nos encontramos a unos niveles de tasa de lectura bajísimos, por debajo de ese umbral que señalaba la UNESCO. No pasamos de 80 ejemplares por mil habitantes cuando los países europeos andan por los trescientos o cuatrocientos.
—Sin embargo, abundan las cabeceras.
—Sí, abundan las cabeceras y evidentemente no van a sobrevivir todas. Creo además que hay un problema base que necesita ser abordado ya y es la supervivencia a mi modo de ver insólita y aberrante de eso que se llama prensa del Estado. Esa debe desaparecer y ser sustituida no digo por prensa de empresas privadas exclusivamente, pero sí prensas no estatales. La prensa más libre que ha existido en los últimos 200 años en Occidente ha sido prensa de empresas privadas, por algo será. También puede haber prensa de grupos locales, de entidades regionales de los propios profesionales, etc., pero la que no veo es la estatal.
CAERÁN MUCHAS REVISTAS
—¿Y el mundo de las revistas?
—También este mundo va experimentar una gran transformación. Ahora mismo hay demasiadas revistas tipo «Cambio 16» y creo que eso es insostenible. Pienso que vamos a una situación parecida a la francesa donde hay dos o tres revistas de este tipo, o Italia donde hay un par de ellas. Hay que transformarse o desaparecer.
—¿Transformarse a qué?
-Pues a un tipo de revista semanal distinto, que vaya más bien al trasfondo;de la información, de la noticia, que la intérprete y que al mismo tiempo dé otro tipo de cosas que podríamos calificar como exigencias, necesidades y apetencias del hombre moderno. Eso es lo que en «Cambio» estamos intentado en estas últimas semanas.
—¿Seguirá la experiencia «Diario 16»?
—Estoy absolutamente convencido de que saldrá bien. Hace unos meses teníamos serias dudas de su supervivencia, pero hoy las cosas están muy claras y estamos metidos en una reestructuración que va a incluir hasta el propio sistema de impresión y que cuajará en una empresa totalmente rentable.
E. O.
Publicado en la edición cordobesa de El Correo de Andalucía, el 9 de septiembre de 1978
Foto del propio reportaje.