Una de las muertes misteriosas de la historia es la de Napoleón Bonaparte, porque las especulaciones en nuestros días permanecen vigentes, aun cuando la autopsia en principio, revelaba muerte por cáncer de estómago. Nuevos estudios y análisis de mayor exactitud, describen otros supuestos que desmienten el envenenamiento.
Revista Cultura y Ocio
Nacido en la isla de Córcega, Francia en 1769 se convirtió en emperador en 1804, luego de alcanzar las más altas jerarquías del ejército francés. Controló parte de Europa durante su reinado que duró diez años, pero después de la derrota de Waterloo, terminó sus días en el exilio viviendo en la isla de Santa Elena, donde murió en 1821. Ante la hipótesis de quienes dominaban el poder, que afirmaban que podía regresar para recuperar Francia, se tejieron toda clase de supuestos. Uno de las más fuertes apuntaba al envenenamiento en los alimentos mezclados con arsénico.
La demostración de los últimos estudios médicos realizados por equipos internacionales, recopilaron expedientes familiares con los informes clínicos, para conocer las causas genéticas de su entorno. No se produjeron tampoco hallazgos en la autopsia que demuestren que el arsénico provocó la defunción, como por ejemplo una hemorragia en el corazón. Los resultados señalan sangrado en el estómago de tipo gastrointestinal, también los médicos en el siglo XIX detectaron una lesión importante en esta área. Se cotejaron las pruebas de esa época con imágenes técnicas actuales, describiendo lo siguiente: “Era una enorme masa que ocupaba desde la entrada del estómago hasta la salida” y continúan afirmando: “Medía por lo menos 10 centímetros de largo. El tamaño, por sí solo, sugiere que la lesión era cancerosa”. El profesor de historia Owen Connelly, escribió varios libros sobre el emperador y comentó sobre el tema: “Es lo mismo que mató a su padre y a Paulina, una de sus hermanas”.
Esta explicación parece concluyente, pero el misterio continúa ante el interrogante sobre el origen de dicho cáncer. Esto se debe a que el padre de Napoleón y también la hermana, fallecieron por un tumor pero no se puede saber si el mismo era canceroso, porque no se realizó la autopsia a estas personas, ni a otros familiares. El diagnóstico de cáncer gástrico, se puede deber entonces a una infección bacteriana que aumenta el desarrollo de las células en este tipo de carcinoma.
Aunque la versión oficial habla de cáncer de estómago, las incógnitas continuaron por las notas en las que el mismo Napoleón se dirigía a su médico, días antes de fallecer. En su petición al doctor que atendía su mal, expresaba que era indispensable examinar detenidamente su cuerpo después de su fin, demostrando así que era consciente de que se acercaba su partida. La primera autopsia se efectuó después de unas horas de su muerte, pero se comenta que la misma solo fue superficial, debido a las presiones del poder político del momento. La base científica no tiene peso por falta de pruebas y durante la misma se quitaron mechones de cabello para entregarse a su sequito, que finalmente terminaron en poder del FBI en Washington. Se llevaron a cabo estudios con el cabello, cuyos resultados indicaban una alta concentración de arsénico, pero los opositores de esta conspiración aseguraban que los tónicos capilares propios de la época, contenían dicho toxico y también los medicamentos que ingería.
Sobre sus últimos años se comenta que sus seguidores lo abandonaron y cayó en una profunda depresión, narrada en sus escritos personales. Sus enemigos no debían preocuparse por su regreso a Francia, porque en el supuesto caso de que escapara de su exilio, su enfermedad no le permitiría vivir más de un año. Su papel como emperador habría finalizado, según dicen los investigadores: “Aunque recibiera tratamiento hoy en día, habría muerto en menos de un año”.
Napoleón Bonaparte, es reconocido por sus estrategias y su habilidad militar, pero su personalidad fomenta opiniones dispares. En su destierro vivió varios años, pero continuó siendo un personaje importante en la historia europea. Los análisis no evidenciaban con certeza que el envenenamiento fuera la causa de la muerte y el interés de sus enemigos en su desaparición llevó a diversas teorías, que tras los recientes estudios son más cuestionadas. Lo que sí se puede confirmar es que su muerte no fue por causas naturales. Posiblemente el verdadero origen que lo llevó a la tumba siga siendo cuestionado, hasta conocer nuevos datos científicos que contradigan los últimos presentados y nos sigan sorprendiendo.