La noche del 9 de noviembre de 1989, se derribó el Muro de Berlín, que dividió la capital alemana durante casi tres décadas.
Pero el Muro de Berlín no solo dividía a esta ciudad, era el símbolo de un mundo bipolar en el que dos potencias, Estados Unidos y la Unión Soviética, eran los polos de influencia.
Su caída posibilitó la reunificación alemana y fue precursora de la desaparición de la Unión Soviética y del final de la Guerra Fría.
Pero antes de analizar el impacto que tuvieron en el mundo los hechos ocurridos el 9 de noviembre de 1989, ¿por qué existía este muro en el corazón de Europa? La BBC News lo explica.
Un orden mundial bipolar
Al final de la Segunda Guerra Mundial, Alemania se rindió ante los Aliados, un grupo de países occidentales, incluidos Reino Unido, Estados Unidos, Francia y la Unión Soviética.
El país quedó dividido en cuatro zonas de ocupación, bajo influencia de cada una de esas potencias.
Berlín estaba en la zona soviética, pero como era la capital de Alemania se decidió que también se dividiría en cuatro áreas, una controlada por cada uno de los cuatro países.
Pronto se hizo evidente que la Unión Soviética tenía ideas muy diferentes a las demás acerca de cómo debería funcionar su sección.
Para 1949, Alemania se había convertido en dos países separados: la República Federal de Alemania (Alemania Occidental). Seguía el modelo capitalista de Reino Unido, Estados Unidos y Francia y la comunista República Democrática Alemana (Alemania Oriental), en la órbita de la Unión Soviética, con un sistema de partido único y economía planificada.
En Alemania Occidental había libertad de movimiento y la gente podría expresar libremente sus opiniones.
Alemania Oriental tenía reglas más estrictas sobre cómo deberían comportarse las personas y una policía secreta, la Stasi, que supervisaba lo que hacían.
A medida que pasaban los años, miles de personas al día escapaban del Este hacia el Oeste.
En esa época, medio millón de personas pasaba cada día la frontera en ambas direcciones y de esta manera, podían comparar las condiciones de vida de ambos lados.
Se estima que entre 1949 y 1961, alrededor de 2,7 millones de personas abandonaron la RDA y Berlín Oriental. Aproximadamente la mitad de esa corriente migratoria estaba compuesta por gente joven de menos de 25 años.
Solamente en el año 1960, alrededor de 200.000 personas se mudaron de forma definitiva al Oeste.
En 1961, las autoridades comunistas ordenaron que se construyera un muro que dividiera el este y el oeste para evitar que la gente cruzara.
Se levantó muy rápida y sorpresivamente durante la noche del 13 de agosto, erigiendo grandes rollos de alambre de púas.
Muchas personas se despertaron y descubrieron que habían quedado atrapadas, en muchas ocasiones separadas de sus amigos y familiares en Occidente.
En los días siguientes, las autoridades de Alemania del Este comenzaron a sustituir los rollos de alambre por una estructura más permanente de bloques de cemento y losas de hormigón: el Muro de Berlín propiamente dicho.
Calles, plazas y casas quedaron divididas por la construcción del Muro, que también interrumpió el transporte urbano y se fue ampliando hasta llegar a los 155 kilómetros.
El muro que transcurría por el centro de la ciudad y que separaba Berlín Oriental de Berlín Occidental tenía una longitud de 43 kilómetros y 8 pasos fronterizos en total.
Las instalaciones fronterizas que separaban Berlín Occidental del resto de la RDA, tenían 112 kilómetros.
También se siguió perfeccionando el sistema de control fronterizo: había dos muros, uno interno y otro externo, vallas electrificadas, torres de vigilancia, perros guardianes, una zanja antivehículos y miles de policías y soldados que podían disparar a quién osase cruzar la fortificación.
Aunque es difícil concretar una cifra, según la página del Muro de Berlín al menos 140 personas murieron en el Muro de Berlín entre 1961 y 1989 al intentar huir. Por su parte, un estudio de la Universidad Libre de Berlín de 2017 sitúa esa cifra en 262.
Con información de la BBC