Fecha: 5 mayo 2016
Asistencia: 15.000 personas
Precio: Desde 67 euros
La maquinaria de la liturgia
Los días de concierto de Muse son días grandes en la ciudad. Ya vamos teniendo una edad y vemos los cuarenta años en el horizonte a menos de un lustro, pero nos mantenemos inequívocamente firmes cuando de cuadrarnos ante Matthew Bellamy y compañía se trata. Por eso el personal responde con irreflexivo ímpetu para llevarse a la boca la pertinente ración de heroica épica.
Y bueno, nosotros vimos a Muse en 2015 en el Bilbao BBK Live y en 2013 en el Olímpico de Barcelona, pero repentinamente sorprende constatar que hacía ya casi cuatro años que el grupo no pisaba territorio capitalino. Por lo que había ganas, claro, casi necesidad diríase, de adentrarse en la maquinaria de la liturgia, con dos citas en el BarclayCard Center de Madrid a razón de 15.000 fieles por velada.
En esta ocasión Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard regresan a la ciudad con su 'Drones World Tour', una gira que de primeras sorprende por su planteamiento, pues el escenario se sitúa en el centro de la pista del recinto, con dos grandes pasarelas que prácticamente llegan a ambos fondos y por los que Matt y Chris se pavonean a su gusto para recogijo de los parroquianos.
La cita era a las 21:00 horas pero se demora el inicio, de manera que la ansiedad domina el lugar cuando veinte minutos tarde se apagan las luces y el desafiante Drill Sergeant grita desde la gran pantalla circular que se sitúa sobre el centro del escenario, también circular y giratorio (como un asador de pollos, diría alguna mente preclara), para que nadie pierda detalle y pueda ver lo que acontece con todo lujo de detalles.
Todo acompañado de un constante bombardeo de imágenes en la pantalla superior y haces de luces y proyecciones que obligan a abrir los cinco sentidos para asimilar un espectáculo torrencial pero que, con todo, no es lo más impresionante que Muse ha hecho en su trayectoria (tal es el listón autoimpuesto), aunque resulta igualmente avasallador. Pero no es mejor que la gira de 'Resistance' de 2009, por ejemplo, seguramente insuperable, por otro lado, con aquellas tres grandes torres que subían y bajaban en el escenario.
La contundente y categórica pegada de 'Psycho' da inicio a una velada que encadena algunas de las piezas más salvajes de Muse sin apenas respiro ni descanso, con los músicos perfectamente uniformados de riguroso negro comandados con ese pequeño gran dictador del rock del siglo XXI que es Matthew Bellamy, el líder de la secta, puro vigor escénico a duras penas contenido.
Y es así como golpea Reapers antes de la primera mirada al pasado con la grandilocuencia de Plug in Baby y los 15.000 asistentes dejándose la garganta con el puño en alto. Un arranque que encuentra cierto sosiego en Dead Inside y The 2nd Law: Isolated System, antes de que la contundencia marcial de The Handler subyugue inapelable (con unos bonitos telones a ambos lados para convertir a vocalista y bajista en marionetas gracias a proyecciones tridimensionales), con el remate de Supermassive black hole.
La resultona y disfrutable Starlight pone de nuevo al público a corear (y a juguetear con globos gigantes), mientras que Apocalypse Please retoma la senda de la egregia y musculosa pomposidad que hizo de esta banda el mastodonte que es ahora, gracias también, claro, a la base rítmica formada por Wolstenholme y el batería Dominic Howard, que se marcan un poderoso interludio instrumental mientras el escenario gira y luce en todo su esplendor.
Reaparece Bellamy en escena y el concierto encadena un tramo triunfal en el que se suceden la candidez de Madness y la violencia de Map of the problematique e Hysteria (rematada con el riff de Back in Black de AC/DC, como de costumbre). Y la victoria definitiva llega con Time is running out y Uprising, antes de que la ambiciosa The Globalist ponga un punto y seguido en la velada.
Una velada concebida como espectáculo total con la intención última de golpear al público, que necesariamente tiene que sentir que está viendo algo grande, muy grande, a la altura de los adjetivos igualmente grandes que han jalonado y jalonan la triunfal trayectoria de Muse. Unos Muse que, con su regreso al rock de contundencia irrefutable, quizás hayan pecado de ligera autocomplacencia y autoplagio, por lo que puede que sorprendan menos que antaño en el apartado compositivo. Pero mantienen una solvencia a prueba de bombas.
Y es que quizás siguiendo el planteamiento de su disco Drones, que reflexiona sobre un mundo deshumanizado y gobernado por máquinas que deciden matar o no matar, se enfrascan así los músicos en un espectáculo en el que apenas se miran entre ellos, tal vez como si ellos mismos fueran drones del rock, pues cada uno tiene su lugar asignado en todo momento (para algo están los pie de micro ya repartidos y bien colocados antes del comienzo de las hostilidades).
Pero más allá de conceptos, la certeza es que estos drones del rock todavía tienen algo que decir con un bis que es toda una epopeya apocalíptica con la sideral ampulosidad de Take a bow, el desvarío guitarrero de Mercy y el disloque último con Knights of Cydonia, una de esas canciones que parten pabellones y estadios no ya en dos, sino en miles de pequeños pedacitos de hormigón otrora firme, ahora licuado.
En cerca de dos horas ha pasado el vendaval, se abren la puertas y el frío empieza a colarse en el instante justo en el que se encienden las luces y el gentío mira a su alrededor para comprobar que todo sigue razonablemente en su sitio. Una vez constatado que no hay bajas en la parroquia, las conclusiones: ¿Conciertazo? Sí ¿Muy por encima de la media? Sí ¿Lo más grandioso que hemos visto de Muse en Madrid? No. Pero igualmente heróico y gozosamente excesivo.
Porque bueno, como bien decía William Blake, "el camino del exceso lleva al palacio de la sabiduría". Y de eso saben mucho Muse, pues en su obsesión por el tamaño, llevan años peleando con ellos mismos para mantener la envergadura sin que tiemblen las canillas, algo cada vez más complicado a medida que pasan los discos y las giras. Pero por difícil que sea, ellos luchan con la misma convicción miliciana con la que los suyos corean sus canciones. Y así es como se derriban las fronteras.
ESTA CRÓNICA TAMBIÉN HA SIDO PUBLICADA EN PARTE POR David Gallardo EN EUROPA PRESS
CRÓNICAS PASADAS DE MUSE:
- 2003 en Madrid (La Riviera)
- 2006 en Madrid (Palacio de los Deportes)
- 2009 en Madrid (Palacio de los Deportes)
- 2012 en Madrid (Palacio de los Deportes)
- 2013 en Barcelona (Estadio Olímpico)
- 2015 en Bilbao BBK Live