Revista Viajes
Recientemente visitamos la capital de Puebla y como hemos ido con relativa frecuencia, me di a la tarea de en esta ocasión, ir a lugares nuevos (para nosotros), así fue como encontré el Museo Amparo, que debe ser todo un orgullo para Puebla, porque es realmente bueno.
El Museo Amparo se encuentra en el Centro Histórico de Puebla, abrió sus puertas en 1991 y es manejado a través de la Fundación Amparo. Cuenta con una amplia muestra de arte prehispánico y virreinal en exhibición; y aunque en su acervo hay más de 1500 piezas, en el museo se exponen casi 600. Además tiene salas de exposiciones temporales, salones de talleres, áreas comunes y una terraza preciosa y enorme, desde donde las vistas de las torres de muchas iglesias son espectaculares.
Antes de ir, leí por ahí: “el Museo Amparo es considerado uno de los centros culturales y de exhibición más importantes de México”, y una vez que estuve ahí, pude comprobar que eso es totalmente cierto. Me parece que es un museo fantástico y lo tenemos en México, en Puebla de Zaragoza, así que hay qué visitarlo.
La cuota de entrada es económica, tan sólo 35 pesos, pero los domingos y lunes tienen entrada gratuita; además de que la Noche de Museos, que suele llevarse a cabo en la ciudad un sábado de cada mes, también se puede entrar gratis y ese día ofrecen un horario extendido.
La parte favorita de mi hija fue la línea del tiempo, que por cierto, pudo adquirir en miniatura en la tienda del museo, junto con una guía de las piezas que ahí se exhiben. Luego pasamos a conocer sus salas de arte prehispánico. Todas son piezas originales y la museografía es muy amigable y fácil de recorrer. También visitamos las salas de exposición temporal y terminamos el recorrido en el área de arte virreinal.
El edificio del museo es muy moderno, aunque se encuentra en un conjunto de antiguas casonas del Centro Histórico, la reconstrucción quedó perfecta y muy actual. Así que durante el recorrido, pasarás por patios, pasillos, arcos y escaleras que son parte de la construcción original, todos dignos de admirarse y perfectos rincones para la foto del recuerdo.
Se cuenta que parte del museo data del siglo XVI y en algún tiempo fue “El Hospitalito”, el primer hospital de Puebla, de nombre San Juan de Letrán.
Más tarde, esta parte y otros de los edificios, fueron colegios, como el Colegio para Niñas dedicado a la Purísima Concepción. Pero también estuvieron ahí algunas casas de sacerdotes, viviendas particulares y más. Hasta que en 1871, una parte del edificio se convirtió en la casa de Vicente Espinosa Bandini, abuelo de Manuel Espinosa Yglesias, fundador del Museo Amparo, quien le puso ese nombre a la fundación en honor a su esposa.
Definitivamente el Museo Amaro debe estar en tu itinerario en tu próxima visita a Puebla, sobre todo si viajas en familia, porque es muy atractivo para los niños y adolescentes. Tip: pregunta en la recepción sobre los talleres del día porque seguramente a tus hijos les encantará participar.
Al terminar la visita, ve hasta la terraza, donde hay una cafetería (de muy buen precio, por cierto), y aprovecha para tomar algo y disfrutar del amplio espacio y las vistas.
Desde ya les digo, que el Museo Amparo se ha convertido en uno de mis favoritos en México.
Más información: museoamparo.com