Un dialogo formulado entre arquitecturas opuestas. El estudio de arquitectura Elizabeth de Portzamparc resulto ganador del concurso organizado para el diseño del nuevo Museo de Historia Romana en Nimes, Francia, que será construido sobre una parcela de terreno ubicada frente al anfiteatro Romano construido en el año 27 a.c. El nuevo museo se sitúa en el eje virtual que separa el sitio histórico de la ciudad moderna, completando el único espacio libre disponible en el sitio para establecer un escenario de dialogo con las construcciones Romanas.
El diseño parte de un volumen simple, de planta cuadrada, revestido por una piel de vidrio en pliegues horizontales, que confiere al volumen una imagen ligera, generando un fuerte contraste con la textura de los bloques de piedra del anfiteatro. En los lados del volumen en contacto con la calle, la planta baja se retrae para generar espacios de transición entre el espacio público y el teatro, estableciendo un vínculo que se potencia con la colocación de planos transparentes que delimitan el vestíbulo de acceso y hacen posible una integración visual plena entre interior y exterior.
El programa aloja salas para exposición de los elementos del museo, que cuenta con más de 25.000 pieza, contando entre ellas los mosaicos de las excavaciones arqueológicas del lugar. También se estudia la factibilidad para alojar un centro de Convenciones vinculado al museo. En el interior del edificio, una calle conduce al jardín arqueológico que fue diseñado por el paisajista Régis Guignard de Méristème. Este jardín permanecerá accesible aun cuando el museo no permanezca abierto. Una escalera caracol que parte desde la sala principal permite a los visitantes subir a una terraza ubicada en la parte alta del edificio, donde se puede disfrutar de amplias vistas hacia el entorno circundante y al jardín interior.
“El requisito explícito en este concurso era crear un museo que fuese una respuesta contemporánea a las arenas romanas. Me tomó mucho tiempo para analizar el Arenas y me he preguntado acerca de la noción de un edificio contemporáneo. Parecía claro para mí que el diálogo entre estas dos arquitecturas que se basan en la oposición, la diferencia. Por un lado, un volumen de todo el año, rodeado y vinculado por la verticalidad de los arcos romanos, hecha de piedra y profundamente anclado al suelo, y en el otro, un volumen en la gran plaza, flotando en el espacio y cubierto completamente por una túnica plisada de vidrio.” Elizabeth de Portzamparc.